
El lunes pasado celebré mi cumple de modo muy singular: con un bolo. O mejor dicho con tres.
Creo que nunca había actuado ante el público. Si exceptuamos las clases, que son –como es sabido- puro teatro.
El caso es que Hortensia, que es la profesora de Nico, mi nieto mayor, me invitó a dibujar para los niños de su clase dentro de las celebraciones del día del libro, porque Nico había llevado a clase el libro que yo le había hecho, y que en su día os enseñé en este blog, y que podréis ver ahora si cliqueáis en el asterisco rojo*.
Y digo que los bolos fueron tres porque tras la actuación en la clase de Hortensia hice otra en la de Mari Carmen y luego en la de Pepa.
En las tres ocasiones les enseñé el libro con los comentarios del caso y a modo de ilustración hice un dibujo con acuarelas en un papel de acuarelas de uno por setenta.
A petición del público dibujé en la primera clase un dragón chino, que a diferencia de los occidentales tienen buen rollo. Pero lo malo es que no tienen alas. Y los niños me dijeron que le pusiera alas. Hubiera accedido gustoso a cometer tal licencia pictórica si no fuera porque había metido una pata inoportuna que imposibilitaba acceder al deseo de mi público.
En la siguiente clase pinté un elefante. Pregunté de qué color y me dijeron que rosa. Y como en acuarelas ortodoxas no se usa el color blanco, el rosa se saca diluyendo mucho el rojo. Tuve miedo de que con tanta agua chorrearan las pinceladas en el papel que estaba en posición vertical. Pero no. La fortuna estaba de mi lado y todo se desarrolló sin el menor inconveniente. Propuse colocar un indio en la cabeza del elefante, que convinimos que era elefanta, y los niños entusiasmados dijeron que sí, que con plumas y con flechas. Aclaré que el indio que proponía era de la India y no tenía flechas ni plumas sino turbante. Accedieron pero pidieron que pintara también un dragón volando detrás de ellos. Y pinté un pequeño dragón chino, pero con alas.
En la tercera clase me pidieron un dinosaurio. Propuse un tiranosaurio rex y accedieron entusiasmados. Puse el papel en vertical. Mal hecho porque no había dejado sitio para el rabo, que tuve que subir como pude en una posición incómoda. Como era un dibujo más bien fantástico les dije que si le ponía gafas. Me dijeron que sí.
¿De qué color?
Azul.
¿Los cristales o la montura?
Los cristales.
¿Y la montura?
Verde.
Tan embebidos estaban que pasaron de recreo.
El caso es que el dibujo y la pintura no se prestan mucho a exhibiciones mientras se realizan, como la música, la poesía, el teatro o las intervenciones de nuevo cuño. Las pinturas y las esculturas se suelen exponer mucho más tarde de cuando se realizan ¡y los autores pueden haber muerto varios años antes! Como ocurre en una colectiva en la que estoy participando en estos días.
