Y en Puerto Rico cumplió su primer mes.

EL MORIVIVÍ Y LA YERBA BRUJA.
¿Existe el paraíso?
Existe.
¿Dónde está?
En Puerto Rico. Toda la isla de Puerto Rico es un enorme paraíso. Lo sé porque lo he visto y lo he vivido durante tres años.
¿Existe el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal en Puerto Rico?
Pues no lo sé porque no lo he visto. Pero si he visto el moriviví, que es una mimosa que cuando se le toca se hace la muerta. Y también la yerba bruja, que no es una hierba sino una hoja más bien grande, ovalada, carnosa y lobulada. Que tiene la mágica cualidad de criar hijos entre los lóbulos.
Tampoco he visto serpientes en ese paraíso, pero si he visto, y oído, coquís. Un coquí es una ranita, pequeña como la uña de un dedo gordo de la mano, que emite un sonido característico, por el que se le nombra.
Claro que todo lo que os diga está de más si no vais a Puerto Rico. O si estando allí os quedáis encerrados en algún lujoso hotel y no vais a sus pueblos, a sus campos, a sus reservas forestales que son como selvas, a sus manglares y a sus playas con bosques de palmas de coco.
Lo más curioso de Puerto Rico es que hasta que fuera conquistado militarmente por los gringos su territorio era una provincia española. No es que perteneciera a España, era España, una parte de España. Y la putada es que seguramente era la provincia más bella de todas.
A mi me parece que España, mejor dicho las Españas, nunca ha, o han, tenido propiamente un imperio, sino que era un estado confederal muy extenso. Y lo malo es que tenía el territorio dividido por el Océano Atlántico y por el Pacífico. Estados Unidos tiene un tamaño parecido, pero al ser un país más compacto nadie dice que sus estados sean provincias de su imperio, aunque algunos estén separados como Alaska o tan alejado de los otros como Hawai.
El caso es que cuando esa gran confederación española se desmembró en muchos estados independientes quedaba sólo la cabecera del puente en América y también Filipinas y se lanzó el enemigo americano a por los restos de unos territorios ya mal administrados. Y con el señuelo de una independencia que ni Cuba ni Filipinas habían alcanzado, les hicieron el lío.
Pero Puerto Rico era distinto. Tenía sus problemas con la península fruto de la mala administración. Pero no se había embarcado en aventuras independentistas. Y por inercia o por lo que fuera cayó presa de la codicia gringa. Y hoy por hoy, después de más de un siglo la Perla del Caribe sigue viviendo alienada. No es un país independiente, ni siquiera formalmente como Cuba, y no es un estado americano, sino una especie de comunidad autónoma en relación asimétrica con ese estado gigante. Los puertorriqueños son ciudadano americanos, pero Puerto Rico no es un estado americano.
Volver al seno español ya no es posible. Pero Borinquen merece un trato mejor de su metrópolis. Merece que le ofrezca al menos la posibilidad real de elegir entre uno de estos tres modos de ser:
Seguir siendo lo que es ahora, un Estado Libre Asociado.
Ser un Estado Independiente.
O ser un Estado más de los Estados Unidos, como Alaska o como Hawai.
¡Nobleza obliga! Pero no parece.