Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 30 de marzo de 2020

Manipulados.


ACTIVIDAD VERSUS PASIVIDAD.

Como soy más viejo que la pana he podido observar que la sociedad ha cambiado mucho, pero la gente supongo que no, porque ya se sabe que el evolucionismo es más lento.

No obstante parece que la gente también ha cambiado bastante, pero lo que ha cambiado son sus hábitos y con ello sus necesidades y su papel en la sociedad.

Ahora se dispone de muchos bienes de consumo que hacen que la gente sea muy dependiente y poco autónoma.

Antes la gente era mucho más independiente y autónoma. Más pobre pero en el fondo más libre.

Recuerdo muy bien cómo jugaban los niños en la década de los 40, sobre todo la segunda mitad a partir de mis cinco años.

Las pelotas, verdaderamente, no eran tales. Las había pero eran raras y caras, lo normal es que fueran de trapo. Y muchos niños si querían jugar a la pelota, y no tenía una, la hacía de trapos que pillaba por casa.  

Otro juguete, que no recuerdo cómo se llama, consistía en un palo pequeño con dos puntas, que se hacía saltar golpeándolo en una de sus puntas con el palo mayor, y cuando estaba en el aire se le golpeaba fuertemente con el mismo palo lanzándolo lejos.

Otro era la cometa, pandorga en Huelva, que se hacía con dos cañas unidas con cuerda formando, más o menos, las aristas de un rombo, también con cuerdas se hacía el perímetro de tal polígono se recubría con papeles de colores, con una "cola" que era una cuerda con lazos de trapo y con una cuerda fina, guita en Huelva, se echaba a volar.

Otro juego muy frecuente, para niñas, era la comba, para lo que todo lo que se necesitaba era un trozo de cuerda.

Otro era la peonza, trompo en Huelva, que este sí que había que comprarlo. Lo tornearían los carpinteros, pero esa era una industria muy elemental.

Otro consistía en colar desde lejos en una caja de zapatos con agujeros en la tapa huesos de albaricoques, mayuelos en Huelva, y se usaba como dados tabas, tánganas en Huelva.

Bueno, no voy a seguir dando la paliza, pero los niños se entretenían y  disfrutaban jugando con juguetes que ellos hacía, como he dicho, o que les compraban los mayores, que eran de hojalata movidos por cuerdas como del reloj y carecían de pilas y de mecanismos informáticos. Todo más asequible por lo que eran más independientes.

¿Estoy echando de menos esos juguetes tan cutres?

No, lo que echo de menos es la libertad y la creatividad que esos exiguos medios exigían.

Los juguetes de hoy en día ¡ya veis como son! ¡Cómo va a poder hacer un niño uno de estos juguetes! 

Luego los niños y sus padres dependen de ellos, luego son menos independientes, menos libres.

Actualmente uno es antes que ciudadano, cliente. Un sujeto pasivo. Un consumidor.

De alimentos, de ropa, de muebles,  de cultura, etc.

Mira la tele, va al cine, lee, ve cuadros y esculturas, previo pago, en las exposiciones que se ofrecen y practica deporte en el plano humilde del mero aficionado.

¡Pues me parece muy mal que uno solo sea sujeto pasivo!

Uno tendría que ser con más frecuencia un sujeto activo.

Tiene que escribir, o sea redactar, dibujar, pintar, cantar ¡lo que le dé la gana!

Mi tío Pedro, que tenía un ojo de cristal y trabajaba en el Banco Hispano Americano tenía adornada su casa con paisajes muy bonitos que él mismo había pintado.

Debe uno revelarse, reducir las compras, y disponer esos medios tan sofisticados para propósitos más activos.

En la presente coyuntura de confinamiento la actividad es preferible a la pasividad. Y cuando pase, que tendrá que pasar, también.




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