EL MONSTRUO
INVISIBLE.
¡Confinados en nuestra propia
casa!
Arresto domiciliario sin haber
hecho nada...
Y todo para escapar de un monstruo
increíblemente pequeño...
Y no es para que no entre, sino
para que no salgamos y vayamos regándolo por ahí...
¡Mucho rollo ahora, pero hace nada
a la mani!
Ahora que...¡está bien!
O casi...
Porque al monstruo invisible hay
que pararle los pies como sea.
Porque, sobre todo los puretas, corremos peligro.
Y hay que darle tiempo al tiempo,
para que se propague suavemente...
¡Sin petar hospitale ni tanatorios!
Que vayamos infestándonos poco a
poco...Para que los anticuerpos se vayan organizando...
Porque estos monstruos para nuestra escala son
muy pequeñitos
¡Demasiado pequeñitos!
Es que ni siquiera les cuadra el
concepto de tamaño...
No hay lupa ni microscopio...
Porque el llamado microscopio
electrónico no es tal microscopio.
Porque etimológicamente microscopio significa
mirar lo pequeño y con los microscopios electrónicos no se mira propiamente sino
que produce imágenes por un sofisticado sistema que luego miramos ¡Miramos las imágenes del bicho, no al bicho! Que no
es lo mismo enero que febrero.
¡En resumidas cuentas! que es un
hijoputa infinitamente más pequeño que nosotros que si se nos cuela en nuestro
organismo empieza a criar y a criar y nos deja turulatos y a continuación se
empieza a propagar sobre deudos y vecinos...
Es que claro uno está
acostumbrado a monstruos horribles, como el de Frankenstein o el Hombre Lobo...Y
a otros cabrones que con su semblante
apacible se han cargado a toda su familia o ha entrado a tiro limpio en una
escuela americana dejando un reguero de muertos inocentes.
Pero no a un monstruo pequeñísimo que ni siquiera se puede ver.
Ergo no tiene cara, ni espantosa ni apacible, ni cuerpo, ni cuchillos, ni armamento militar o paramilitar, ni líquidos o geles ácidos o cáusticos...
Y para defenderse de ellos anda uno enmascarado...
y enguantado...
Y dando
palos de ciego a lo mejo donde no están porque puede que estén en la montaña de
papel higiénico que ha acaparado uno ansiosamente respondiendo a un impulso
irreprimible a la par que estúpido.
Bueno ¡pues nada! que estamos al
principio de un larguísimo ostracismo que hay que llenar de algún modo.
Por
ejemplo redactando paridas como la presente.
¡O haciendo los dibujos que había
quedado en hacer!
Y tantas y tantas cosas...
Que nunca se está solo, que a uno
nunca le falta la propia compañía.
Que para que no le falle a uno...
Tiene que mimarla!
Como a todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario