Este post, precedido de un dibujo del Salterio, sale una fecha después del Día Mundial del Ogullo Gay. Y como todos los santos tienen octava, aquí está para sumarse a la celebración. HERMAFRODITAS.
Hoy me voy a meter en el hipercharcazo.
Zapa se apunta unos tantos y Cerolo predica enfáticamente.
Yo no acabo de ver esa política que promueve las salidas de armario con redobles y fanfarrias “¡Aquí estoy yo y quiero que se me aprecie reconociendo mi condición”…porque mi marido…”, dice uno “…mi mujer…”, dice una ¡No lo veo! Creo que esa política yerra el tiro, por la simple razón de que apunta para un lado distinto de donde está el blanco.
La solución, siempre difícil y nunca absoluta, estaría más bien en erradicar los armarios. Al cantante Miguel Bosé le preguntaron una vez por la tele que cuándo iba a salir del armario (¡¡¿cómo se puede preguntar una cosa así?!!). A lo que respondió que él no tenía armario.
Veamos: la gente homo tiene una parte de la población en contra, y otra a favor. Y querría, es de suponer, tener más partidarios. Los planteamientos aludidos ¿aumentan los partidarios?
No me parece que mucho, porque los que estaban a favor siguen estándolo aunque con más entusiasmo. La fiesta del orgullo es una explosión de júbilo. Y eso me parece positivo. Pero puede que no haya aumentado la tolerancia, sino que los mismos tolerantes de siempre muestran mayor entusiasmo. Y eso puede que signifique algo respecto a la aceptación de los homo, en el sentido que los simpatizantes “salen del armario”, decir, no se avergüenzan de mostrar su simpatía, ¡y eso es mucho!
Pero en estos tiempos inmediatos no creo que se haya producido un sensible avance real porque no parece que haya una deserción apreciable de antipatizantes que se unan a las filas de los simpatizantes. A más largo plazo el avance ha sido enorme, si lo comparamos con la dictadura.
Parece que la doctrina oficial homo tiene dos rasgos característicos: 1: exhibir los rasgos peculiares (las pumas) y 2: el público reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo.
A mi me parece que ambas medidas son desacertadas porque creo que son contrarias a los intereses de los afectados. El matrimonio entre personas del mismo sexo es legal ¡es un hecho! Pero dudo mucho que tales casamientos –que son actos públicos- sean positivos para los interesados. Creo que los problemas económicos de herencias y prestaciones sociales se podrían resolver en un plano más privado y más discreto.
Digo que la estrategia “oficial” me parece equivocada porque el paradigma que en mi opinión se debería defender, además de que la homosexualidad sea algo tan natural como la heterosexualidad, es que LA ORIENTACIÓN SEXUAL DEBE PERTENECER A LA ESFERA PRIVADA.
De modo que ante la acusación de que fulanito es mariquita o menganita es boyera la respuesta universal debiera ser: “Y a usted ¿qué coño le importa?”
Las maneras homosexuales de ser no deben resultar escandalosas ni constituir rarezas ¡han existido siempre y siempre existirán! Y ni es una perversión, ni una enfermedad, ni nada. Son modos de ser y nada más. A uno le puede gustar o le puede molestar, pero es que con toda conducta privada pasa lo mismo. Y desde luego hay que tratar de mantener lo que es privado en el ámbito de lo privado, siempre que sea posible. Con exhibir las plumas una vez al año ya es bastante. Y a quienes, involuntariamente, se les note se les debe reconocer el derecho a no ser causa por ello de insulto o de burla.
Por ese camino creo que se pueden producir avances, de modo que cada uno sea como quiera o como pueda, pero en un plano de igualdad de derechos y de trato.
Lo que hay que inculcar a la sociedad, y por lo que hay que pelear, es:
1º Que ser homo o heterosexual son dos modos de ser y nada más, que cada uno es como es porque quiere o por que no puede ser de otro modo.
2º Que en la esfera privada cada cual, siempre dentro de la legalidad, se lo puede montar como quiera o como pueda y que nadie tiene derecho de meter las narices en lo que no le importa.
2 comentarios:
Con esto de la homosexualidad, como con otras muchas cosas, hemos hecho el movimiento del péndulo; hemos pasado de que la actitud comunmente aceptada sea rechazarlo, a que sea estar a favor de ello, y a que alguien por el mero hecho de ser homosexual sea más popular (entre cierto sector). Ahora oyes a gente decir "qué bien me caen los homosexuales". Pues oiga, ¡depende de qué homosexual! Algunos son unos gilipollas, lo mismo que pasa con los heterosexuales. En fin, que parece que no sabemos quedarnos en la postura equilibrada, y como un péndulo nos vamos rápidamente de un extremo al otro.
Socio, se me escapa la semana sin agradecerte tu habitual, y apreciada, atención.
Efectivamente vivimos colgados de un péndulo, y lo que en un momento cae indiscriminadamente mal en oto cae indiscriminadamente bien. Estoy tan de acuerdo que por eso no dije nada.
Un abrazo.
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