LOS GIGANTES
BURRICIEGOS.
Somos gigante burriciegos porque
nadie puede ver células a simple vista, por lo que nadie cayó en la cuenta, hasta bien entrado el S. XVII, de que la vida es básicamente celular y que no somos más que gigantescas colonias de células.
Suponen los sabios que la Tierra
tiene por lo menos 4.000 millones de años, y puede que 4.500.
La vida apareció pronto. Puede
que tan solo 1000 m. de a. más tarde, o quizás menos. Y durante todo ese tiempo
previo a la vida, la actividad en este planeta sería exclusivamente química.
La vida la ejercen inicialmente
seres unicelulares sin núcleo. Inicio y mucho más ya que este fue el modo de
vida exclusivo durante casi el 80% del tiempo transcurrido. No es que ya haya
dejado de haber tales seres. Los hay en abundancia y puede que sean la base que
sustenta cualquier clase de vida.
Tales organismos unicelulares
habitaban en exclusividad los mares y puede que las aguas continentales. El tamaño aproximado
es de 10 micras (un metro es igual a un millón de micras). Algunos tienen
clorofila y otros no. De la actividad vital de los primeros se desprende un gas
venenoso, el oxígeno, que supongo que produciría grandes estragos al principio,
hasta que se desarrollaran organismo que hicieran uso de este desecho para
sobrevivir.
La actividad de estos organismos
tiene un efecto planetario, ya que -sin ir más lejos- la atmósfera tan
oxigenada que tenemos se debe a dicha actividad. Hay autoridades que sospechan
que los depósitos calcáreos de los fondos marinos está provocados por análogos organismos.
La cosa no es menor, pensemos que los Picos de Europa están formados por esos
depósitos elevados por plegamientos.
En el último cuarto del periodo
vital de la Tierra se produce una importante novedad, alguien inventa la célula
con núcleo ¡Menudo invento! Ya que trae aparejado el sexo y la muerte.
Para reproducirse las células sin
núcleo simplemente se dividen ¡y lo hacen a toda velocidad! o se juntan dos en
una que luego se divide. No hay sexo, ni machos ni hembras, y ¡nadie se muere!
Es la eternidad y el igualitarismo absolutos.
Los organismos sin núcleo tienen
una probada eficiencia ¡pero nunca trabajan en equipo en los que haya división
de funciones! Mientras que las célula con núcleo son por
naturaleza clasistas y tienen una gran habilidad para organizarse en seres
pluricelulares. Inventaron el gigantismo. Un ser humano está compuesto por
cientos de billones de células. De modo que no es que las células sean pequeñas ¡nos resultan pequeñas! Como diría Rafael el Gallo, las células son como tienen que ser. Y nosotros, y los que
nos rodean, gigantescos.
Y todo esto ocurrió subrepticiamente
bajo el manto de las aguas, ya que durante el 90% del tiempo que media entre el
día de hoy y el principio de la Tierra, los continente no contenían
absolutamente nada. Eran desiertos absolutos. Se podría ver nuestro planeta tan pelado
como vemos Marte en las fotos del Curiosity y en las precedentes.
Claro que de haber observadores
fuera de nuestro mundo se habrían dado cuenta que bajo las aguas ¡habría tela
marinera! A la vista del oxígeno atmosférico, de las montañas calizas y de lo
coloradito que baja el río Tinto.
Por eso andan escamados los
científicos del Curiosity, y otros colegas, ante el férreo rubor y los misteriosos canales de Marte.
Son cosas que dice o inducen a
pensar el libro "La historia más
bella de las plantas. Las raíces de nuestra vida" del Pelt y sus
compinches.
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