EL PARAISO.
Dicen que si eres bueno, cuando palmes, irás al paraiso ¡A buenas horas! Yo ya he estado y puede que vuelva de nuevo. Pero no será lo mismo ¡No puede ser lo mismo! Será un estar de paso. Y no un estar permanente y a conciencia durante tres años nada menos como entonces estuve.
El caso es que estaba un día en mi departamento y llegó una pareja de estudiantes de derecho: Laura y Javier, que querían que yo les diera clases particulares de dibujo en mi casa. Bueno, pues se las di. Y así surgió una amistad que se ha mantenido latente durante este largo tiempo de ausencia.
Hace unos días sonó el teléfono en casa:
Sin perder la compostura me di por aludido como si semejante tratamiento fuera el más natural del mundo, quedando a la espera.
Soy tu discípulo Javier de Puerto Rico.
Nos vimos y nos pusimos a rememorar. Os contaré solo un par de recuerdos. Uno terrible, correspondiente a su primer caso como abogado y el otro más grato.
No se.
Más.
Más, más.
¿Diez?
Y me diréis ¿cosas así pasan en el paraíso? Pues sí. Porque es el paraiso, no el limbo. Pero claro, no es por eso por lo que es un edén sino por su naturaleza prodigiosa de la que hablaré otro día.
¿Qué te parece si pongo una vergüenza, porque lo esencial en un notario es que la tenga ¿no?
Y así se hizo. Y en estos días me dijo que todavía usa ese sello. Y como el de goma ya se ha gastado y allí no se fabrican, estampa con la matriz de metal.
La verdad es que no sé cómo lo hace. Pero es un ejemplo de como la vergüenza cuando es genuina no la corroe ni el tiempo.
2 comentarios:
Primera conexión a tu blog. Tienes mucho publicado. Lo iré leyendo poco a poco.
¡Muchas gracias Florentino!
Pero yo no consigo acceder al tuyo, y me gustaría. No sé lo que hago mal, a ver si me puedes echar una mano. Un abrazo.
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