Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 10 de diciembre de 2011

La paradójica inmediatez de lo remoto.

Este post nº 246 del Salterio se lo dedico a Wandy y a Javier.

EL PARAISO.




Dicen que si eres bueno, cuando palmes, irás al paraiso ¡A buenas horas! Yo ya he estado y puede que vuelva de nuevo. Pero no será lo mismo ¡No puede ser lo mismo! Será un estar de paso. Y no un estar permanente y a conciencia durante tres años nada menos como entonces estuve.

¿Dónde está ese paraiso? Me diréis. Está en Puerto Rico. Que es una isla que toda entera es un paraiso. Donde estuve del 70 al 73. En aquel tiempo era yo profesor en la católica. La Universidad Católica de Puerto Rico que está en Ponce ¡Hay que ver cómo se avivan los recuerdos! que como rescoldos grises parecen apagados y con un soplo, por mínimo que sea, se descubren las ascuas y hasta puede que broten las llamas.

El caso es que estaba un día en mi departamento y llegó una pareja de estudiantes de derecho: Laura y Javier, que querían que yo les diera clases particulares de dibujo en mi casa. Bueno, pues se las di. Y así surgió una amistad que se ha mantenido latente durante este largo tiempo de ausencia.

Hace unos días sonó el teléfono en casa:

¡Eximio maestro!

Sin perder la compostura me di por aludido como si semejante tratamiento fuera el más natural del mundo, quedando a la espera.

Soy tu discípulo Javier de Puerto Rico.

¡Javier qué sorpresa!

Nos vimos y nos pusimos a rememorar. Os contaré solo un par de recuerdos. Uno terrible, correspondiente a su primer caso como abogado y el otro más grato.

Defendió, supongo que de oficio, a un canalla que asesinó a un viejo. Por lo visto el asesino había salido perdiendo en una pelea con otro de su edad y rabioso la emprendió con el viejo que se había encontrado casualmente. Con un tubo de hierro lo golpeó y lo mató. Para proceder a la defensa mi amigo el abogado tenía que hacerse exacta idea de la situación por lo que le preguntó cuántos golpes le había dado.

No se.

Pero ¿cuántos, dos o tres?

Más.

¿Cinco?

Más, más.

¿Diez?

¡Yo no llevaba la cuenta!

Y me diréis ¿cosas así pasan en el paraíso? Pues sí. Porque es el paraiso, no el limbo. Pero claro, no es por eso por lo que es un edén sino por su naturaleza prodigiosa de la que hablaré otro día.

Javier es notario. y me pdió entonces que le diseñara un sello con el que dar fe. A pesar de que los sellos de los notarios son tan retóricos allí como aquí, con un libro abierto y una estrellita y cosas semejantes, allí pueden tener el dibujo que quieran. Por otra parte, en Puerto Rico son comunes los coleos, a los que llaman vergüenzas, porque al darse tan bien en aquel clima todo el mundo tiene. Por lo que dije a Javier:

¿Qué te parece si pongo una vergüenza, porque lo esencial en un notario es que la tenga ¿no?

Me parece muy bien.

Y así se hizo. Y en estos días me dijo que todavía usa ese sello. Y como el de goma ya se ha gastado y allí no se fabrican, estampa con la matriz de metal.

La verdad es que no sé cómo lo hace. Pero es un ejemplo de como la vergüenza cuando es genuina no la corroe ni el tiempo.





2 comentarios:

fbm dijo...

Primera conexión a tu blog. Tienes mucho publicado. Lo iré leyendo poco a poco.

saltes dijo...

¡Muchas gracias Florentino!
Pero yo no consigo acceder al tuyo, y me gustaría. No sé lo que hago mal, a ver si me puedes echar una mano. Un abrazo.