Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 8 de marzo de 2014

La mancha de la mora.

pH

No hay que tirar las cosas porque sean viejas. Ya que por esa regla de tres habría que tirarme a mí.

El caso es que estoy recuperando seis viejas sillas. Que estaban renegridas, con un asiento de terciopelo rojo, que hay que sustituir por otro alegre, elegante y moderno, para que ambienten adecuadamente mientras no los eclipsen posaderas.

Esas sillas son de haya y el respaldo tiene una cierta gracia de "art decó" chapado de nogal por delante y desastrado por detrás, que yo he chapado también de haya, para adecentarlo y disimularlo.

Para decapar aquello caben dos soluciones: la física y la química. La masculina y la femenina, pienso, porque los asesinos  si son hombres matan a hachazos, apuñalando o a tiros. Mientras que si son mujeres matan más suavemente, envenenando.

Primero opté por la física, pero es muy trabajosa, porque hay que rebajar la madera de dura haya. Luego probé con la química, a base de sosa cáustica. Que viene en gruesos, blancos y brillantes cristales de sal que cuando reciben el chorro de agua caliente enfurecen y disparan un golpe de humo o de vapor blanco como un pequeño hongo nuclear. Eso tras la experiencia, porque la primera vez se salió todo del cacharro que la contenía, con el consiguiente descalabro y desconcierto.

Así, mojando el oscuro y reseco barniz se reblandece y se puede rebañar con un cuchillo o con algo parecido.

Pero la madera queda manchada con un oscuro velo y hay que recurrir de nuevo al viril procedimiento de lijar y lijar hasta aclararla.

Es un trabajo menor pero no pequeño.

En esto se me enciende la lucecita, porque todo en esta vida es o ácido o alcalino. Y la sosa caústica es alcalina con ganas. Se me ocurrió pero no lo puse enseguida en práctica. Y después de mucho raspar me acordé de pronto. Y efectivamente, mojé con vinagre la tozuda madera y pude decaparla más fácilmente.

Ese milagro químico ya lo había hecho antes, cuando una dama que vino a visitarnos estaba sufriendo porque una prenda suya de seda tenía una rebelde mancha de fresa. Pues una de dos, o la mancha es ácida y se quitará con una solución alcalina o es alcalina y se quitará en tal caso con una solución ácida. Como habían probado con jabón, que es alcalino, inútilmente ¡hay que probar con ácido! Y efectivamente con una gota de vinagre desapareció.

Y es que la mancha de la mora con una verde se quita. Porque las moras deben ser ácidas en su juventud y alcalinas  en su madurez, o viceversa.


Ne es más que el ying y el yang. Pero es que por aquí nunca se cae en eso.


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