COLGADOS DEL LAUREL.
La fama es muy peligrosa.
A veces la fama toca la frente de alguien y lo bendice ¡y muy bien! Lo malo es que muchas veces los hijos de estos
famosos no logran la fama de sus progenitores y eso les causan angustias terribles.
Los apellido notables están
cargados de energía que a veces impulsa a los vástagos, pero frecuentemente los
destruyen, porque no logran alzar el vuelo y perecen.
El ser normal, con
apellido normal, es normal. Pero parece que no sea posible ser normal con
apellido notable. Porque o se triunfa o se fracasa, pero nunca permanecen en
paz en el plano de la normalidad. Lo cual es paradójico, porque cuando uno ve
de cerca a esa gente notable comprueba que, como todo el mundo, es de carne y
hueso. Aunque recubierta de maquillajes, sedas y oropeles, eso sí.
Sé de un caso en el que un padre
de notable apellido invirtió el orden de los apellidos de su hijo para librarlo
de tan pesada carga. Por aquello de esa canción de la comba: "Yo no soy
bonita ni lo quiero ser porque a las bonitas les toca el perder".
Hay casos, como el de Sánchez
Mazas, notable intelectual del franquismo, que dos de sus hijos triunfaron,
Rafael y Miguel. Mientras que Chicho también triunfó, pero en el infierno.
Otro notable de la cultura
franquista fue el poeta Leopoldo Panero, que tuvo una prole de triunfadores infernales.
No fue gente desconocida ¡qué tiene su público! pero ninguno gozó del
reconocimiento oficial de su progenitor. Ni Leopoldo María, recientemente
desaparecido, que vivió un calvario de manicomios, ni sus hermanos que vivieron
convulsamente y murieron jóvenes. La famosa película documental de Chávarri
"El desencanto" describe ese desastre familiar.
Otro notable, por contraste
antifranquista, Eduardo Haro Tecglen, que gozó de un gran reconocimiento hasta
el final de su larga vida. Mientras que sus hijos Eduardo Haro Ibars y sus
hermanos Eugenio y Alberto fueron estrella fugaces marcadas por la tragedia, A los que el padre sobrevivió muchos años.
Ese patrón familiar se repite
mucho. Es famoso el caso de Thomas Mann. Cuya saga también fue retratada en
"La familia Mann" por Marianne Krüll. También aquí los hijos tuvieron
vidas atormentadas y muertes trágicas.
Creo que no es difícil adivinar
la razón de ser de esa maldición filial. Porque para que un artista, escritor o
poeta pueda alcanzar la cumbre debe dedicarse a ello intensamente, y eso precisa
mucho tiempo, de trabajo y de holganza, y le resulta imposible dedicar a sus
hijos la atención que requieren.
Debe ser tal el cúmulo de circunstancias concurrentes para alcanzar la celebridad, que el talento no es más que una de ellas. Y porque los hijos cumplan, o crean cumplir, ese requisito el asunto no queda resuelto. Y fracasan. Por otra parte, habituados a vivir en la gloria no se conforman con cualquier cosa, y las ocupaciones ordinarias son para ellos despreciables. Y, claro, naufragan.
Debe ser tal el cúmulo de circunstancias concurrentes para alcanzar la celebridad, que el talento no es más que una de ellas. Y porque los hijos cumplan, o crean cumplir, ese requisito el asunto no queda resuelto. Y fracasan. Por otra parte, habituados a vivir en la gloria no se conforman con cualquier cosa, y las ocupaciones ordinarias son para ellos despreciables. Y, claro, naufragan.
¡Menos mal que no soy un artista
famoso! Porque en tal caso no podría ser como soy, dentro de lo que cabe, un
padre de puta madre. Que le pregunten a mis niñas.
2 comentarios:
Pero de putísima madre! El mejor!! ;)
Ani, se valora tu testimonio hija ¡Besazo!
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