HOMO ELECTRICUS.
Uno vive como un
electrodoméstico. Enchufado a la red. O quizás un poco más autónomamente, como
con batería, que hay que recargar de vez en cuando.
Ya sé que no es así exactamente,
pero para el caso es igual. Porque se depende totalmente de un sistema
eléctrico. Lo cual no se nota cuando todo va bien, pero cuando accidentalmente
el suministro eléctrico se interrumpe, aunque sea parcialmente, se produce el caos.
Yo, que soy muy
"manitas" siempre me pongo a arreglarlo todo. Mi promedio de eficacia
es, hasta ahora, bastante bueno. En el peor de los casos de cada dos cosas que
me dispongo a arreglar arreglo una. Generalmente el promedio es mucho mejor
porque fallo tan solo uno de cada cinco o diez o más intentos.
Es que practico la hermenéutica.
Aunque no exactamente, ya que la hermenéutica es el arte de interpretar
óptimamente los textos y yo lo que interpreto es la configuración que presentan
los mecanismos. Método que no puedo aplicar extensamente a los mecanismos
informáticos, porque los "chips" tienen una lógica totalmente
indescifrable para mí.
Los mecanismos presentan una
estructura lógica. Y cuando se rompe esa cadena lógica se produce una avería.
Recomponer esa ruptura supone reparar el mecanismo. Y generalmente se puede
recomponer de varias formas distintas, pero cualquiera de ellas vale.
El sábado pasado una de las
persianas de casa, movida por un motor eléctrico, no se podía subir. El
diagnóstico era claro: falta de suministro eléctrico. Parecía haber dos puntos
débiles: O la conexión a la red o el mando sujeto a la pared.
Las averías siempre se solucionan
salvo que se deslice algún error o se produzca alguna confusión. Y en ese sábado fatídico se amontonaron errores y confusiones.
Primer error: Empezar por la
conexión a la red. Porque recordé -demasiado tarde- que de un enchufe subía un
cable que como "trompas de Falopio" se bifurcaba y una parte iba al
mando de la ventana y la otra al de la puerta. Y este último no había fallado.
Ergo la avería no estaba en la toma de la red.
Segundo error: No desconectar el
diferencial o el automático correspondiente, de modo que cuando voy a tapar el
enchufe giré involuntariamente la tapa y con una de las sujeciones metálicas
hice un puente en el enchufe y soltó un chispazo.
Voy a mirar el cuadro eléctrico y
veo que el diferencial está intacto así como los automáticos. No había ninguno
que hubiera saltado ¡Pero qué pasa! ¡Qué extraño!
Ahora ya no se puede bajar la
persiana de la puerta ni otras dos. Se pone uno a pensar que cuando oscurezca
los ladrones se van a poner en cola para asaltar la casa tan desprotegida.
Funciona la cocina, también la nevera ¡pero no hay luz! Tendremos que cocinar y
comer a oscuras.
¿Llamamos a Vladimir?
Sí, lo llamamos.
Vladimir es un ucraniano que
lleva ya en nuestro país unos años y se dedica a reformar pisos. Hace de todo: pintura,
albañilería, fontanería, electricidad ¡todo!
No es de extrañar su competencia
técnica puesto que era maquinista del ferrocarril soviético, o post-soviético, que esa precisión me falta.
Miró el cuadro y como yo quedó
sorprendido de que nada hubiera saltado.
¿Será alguna grave avería interna?
Vamos a ver y desatornillando desprendió el marco y todo su entramado ¡y
milagro! había un automático que había saltado.
Puesto en su sitio el automático
¡todo volvió a funcionar y la paz quedó restablecida!
Pero ¿cómo es posible que no lo
viéramos?
Pues porque en el entramado del
marco había una chapita de plástico que se emplea para tapar los huecos donde se podrían poner más automáticos. Y esa chapita ocultaba un hueco y también el automático que precisamente
había saltado.
¡Sorpresas te da la vida! ¡Ay! ¡La
vida te da sorpresas!
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