TALLERES
Por donde me ha llamado a mí Dios es por los talleres. Aunque
nunca he trabajado en uno. He trabajado y trabajo en un taller de pintor de
cuadros. Pero, al tener tan menguado éxito, el mío no es propiamente un taller. También trabajo en reparaciones
domésticas propias, con las que no gano nada, pero tampoco gasto. Por eso las
cosas nos duran eternamente y es una risa.
Ya sabéis lo que dicen que dicen los chinos, que si quieres
ser continuamente feliz que tengas un jardín. Bueno, pues para eso también
sirve un taller. Por lo que soy doblemente feliz, porque tengo un jardín y un
taller. Mi taller es un antiguo garaje y lo tengo llenito de herramientas y
cosas.
Ahora se repara poco. Hace ya varios años se le salieron un
par de rueditas dentadas a la impresora al tirar enérgicamente de un papel.
Llamé a reparaciones y el presupuesto era igual a una nueva ¡pero si son dos
rueditas! Nada. Total que las puse yo y sigue vivita y coleando.
Hace 40 años estuvimos en Uruguay y casi todos los coches
que circulaban eran de hacía 40 años. Eso era posible porque en los talleres
reparaban las piezas o las reconstruían. Ahora ya no tendrán esos coches, pero
podrían tenerlos si hubieran continuado con la misma costumbre. O sea que la
eternidad pasa por eficaces talleres. Me
dirán que así se impide el progreso ¡a cualquier cosa llaman progreso!
Para mí hay tres talleres principales: El de la peli
"El Gran Torino", el de electricidad del automóvil que está al final
de la calle Virgen de Valverde de Fuencarral y el mío. El primero de ellos es
un decorado, o sea que no es. Del segundo hablaré a continuación. Y el tercero,
el mío, lo tengo ¡vaya! arregladísimo. Todo en orden y me falta tan solo barrer
¡que no es poco! De este tenéis una imagen al final del post.
El de Fuencarral lo regentaba un señor mayor, que ahora no
lo veo, supongo que se habrá jubilado. Y quien lo lleva ahora es el que supongo
que sea su hijo, que antes hacía de ayudante. Tengo la sensación de que, de ser
cierta mi suposición, el hijo imitaba al padre, porque siendo joven aparentaba
ser mayor, serio, de hablar pausado y reposados movimientos. Ahora se ha hecho
mayor y en mi opinión se está encontrando a sí mismo. Tiene además una esquirla
de metal clavada en el blanco de uno de sus ojos, que me inquieta. Un día le llevé el coche diciendo ¡No sé lo que le habrá
pasado! a lo que respondió muy serio con una gran verdad: Todo lo que funciona
se estropea.
El taller es una delicia. Parece que, como el mío, está en
el garage de una vivienda, supongo que la suya esté en el piso de arriba. La
puerta tiene una cancela de hierro pintada de negro con aplicaciones doradas.
Dentro reina la limpieza. Tiene un espacio grande en el centro para poner un
coche a reparar. A la izquierda, delante de una ventana está el banco de
trabajo con dos papeles o paños blancos encima. Las herramientas perfectamente
dispuestas en la pared.
Además de todo esto tiene muchas plantas, predominan las de
hojas más bien redondas y lobuladas, que cuelgan, como rebosando del tiesto. Y
en la pared del fondo penden unas cuantas jaulas con canarios que no paran de
cantar.
Trabajar así es que da gusto.
2 comentarios:
El tuyo y el del Gran Torino ya los he visto, y efectivamente son geniales. Pero ese de Fuencarral tiene una pintaza también, ¡quiero verlo! Me ha venido a la cabeza el despacho del jardinero del vivero "Shanghai", que también da un gustazo verlo. Igual da para otra entrada... Y es que hay lugares emocionantes. No sé porqué no son todos así... Se curraría mucho mejor.
El de los vivero Shanghai es el despacho más bello q he visto en mi vida.
En el balcón que está junto encima del de Fuencarral alternan pinitos verdes y petunias rojas ¡puede q de la misma mano! Está gracioso.
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