Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 25 de febrero de 2012

La persistencia del anfioxo.



ANFIOXO.

Ya hemos visto que el in-proto-vertebrado es el anfioxo. Algo parecido a un pez, pero que no es un pez, y cuyo nombre deriva de su forma, alargada y con los extremos picudos. Esa configuración se mantiene en la mayoría de los vertebrados y la tienen otros bichos que no lo son.

 Es la forma que tenemos los humanos. Los extremos, por lo general anterior y posterior, y en nosotros superior en inferior, son parecidas en cuanto que tienen cierta simetría, pero son distintas, porque tienen distintas funciones ¡pero la semejanza persiste!
En los humanos, y en otros muchos animales, en un extremo de su cuerpo está la cabeza en donde residen los órganos del conocimiento y de la alimentación y en el otro los órganos de la reproducción y de la excreción.

Si fuéramos máquinas, o solo máquinas, la cosa sería más sencilla, pero no es así. Porque la Naturaleza, el Dios Salvaje, el Destino o como queramos llamar a ese Impulso Terrible, nos seduce, nos maneja, nos empuja y nos hala y parece que para estimular la alimentación y la reproducción ha puesto en funcionamiento el Gusto, el Sexo y algunas otras pasiones de muy difícil control que sobrepasan con mucho el mero funcionalismo.

El extremo capital es visible. Por él se reconoce a la gente principalmente, mientras que el otro extremo se suele mantener oculto y las buenas costumbres aconsejan que se mantenga prácticamente ignorado. Y es precisamente este extremo el que implica las mayores diferencias entre los humanos. Porque a diferencia de las plantas que han evolucionado hacia el hermafroditismo y la autofecundación en casos de necesidad, los animales han evolucionado hacia la diferenciación sexual. Resultando la población humana la forman individuos de dos clases: hombres y mujeres. Puede que haya por lo menos una clase más: la de los hermafroditas. O puede que haya varias clases de hermafroditismo.

 A pesar de que se oculte con tanto celo ese extremo sexual y escatológico ¡que es un volcán! cada individuo entero muestra rasgos sexuales secundarios que se acentúan con la indumentaria y el acicalamiento. Y no solo eso, sino que en la información de cada individuo nunca falta el dato relativo a su género, es decir, a su sexo. Y desde luego el nombre indica el género del nombrado, salvo rarísimas excepciones. Hace unos días mi amigo Pove y yo queríamos colarnos en Arco con un pase nominal de una sobrina suya que tiene nombres y apellidos que no son los nuestros, eso no hubiera importado. Pero es que el pusiera allí que su nombre es Enriqueta parecía una circunstancia insuperable…

 Ergo si eso es tan importante no sé por qué en la foto del carnet de identidad o del pasaporte no figura retratado el extremo inferior de los individuos y se evidenciaría si se trata de un hombre o una mujer. Porque la cabeza se maquilla y peina muy fácilmente. 

 Realmente ese extremo sordo, mudo y ciego es tan apasionado y tan apasionante que poco tiene que envidiar en expresividad al otro que se muestra tan desinhibidamente, salvo en muchos lugares musulmanes que son celosos ante la fascinación que puede producir el rostro humano ¡porque no son tan radicalmente distintos los extremos de la gente!

 Somos los humanos semejantes a las figuras K, Q y J de las barajas de póquer porque la simetría heredada del anfioxo ancestral es mucho más fuerte de lo que pudiera parecer.


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