LOLA Y LA TEJA.
Cuando yo era un niño había algunos curas de mucho calado. Aún no había obispo en Huelva, dependía de Sevilla, donde reinaba el Cardenal Segura, que en uno de sus viajes pastorales se trasladó en un coche verde. Vehículo que mereció el nombre de “aceituna”, debido a su color y que llevaba el hueso dentro.
Al no haber un jerarca eclesiástico local, honor que caería más tarde sobre Don Pedro Cantero Cuadrado, apodado “el adoquín”, la autoridad quedaba repartida entre los que por su carácter más lo merecían como Don Julio, párroco de San Pedro, cuyo poderío se manifestaba en sus cejas ¡enormes matas de pelo que como dos zarzas cobijaban sus ojos aquilinos! y Don Antonio, dueño de la teja que protagoniza nuestra historia.
Don Antonio era un cura de leyenda. Me contaron que era capellán de la cárcel y que al tener que andar solo por aquellos oscuros y remotos parajes llevaba para protegerse un bastón estoque, que nunca tuvo que desenvainar…Se contaban leyendas de este cura, como que era padre, literalmente, de dos hijos. Uno pío y otro impío. El primero concordaba con el oficio de su progenitor y el otro con su tronío. Dicen que un día se cruzaron los dos por la calle y el impío saludó al otro con voz sonora: “¡Hola hermano!” El aludido, azorado, negó tal parentesco y dijo “¡No soy tu hermano!”, con lo que el otro armándose de una lógica aplastante argumentó: “¡Cómo que no! si tu y yo somos hijos de Don Antonio el cura ¿cómo no vamos a ser hermanos?”. No sabía dónde meterse, ya que el lance había llamado la atención de algunos viandantes, y ¡nunca más se atrevió a negar sus lazos fraternos!
A Don Antonio lo conocí en casa de Curro que era mi vecino de abajo. Tendría yo seis o siete años y frecuentaba mucho esa casa. Curro era un hombre distinguido que se reunía con amigos en su salón comedor y hacían tertulia. Era una sala más pequeña que grande a la que se entraba por el extremo de uno de los lados mayores, y en este mismo lado había una ventana que daba a un pequeño patio por la que entraba una luz muy escasa. En la pared de enfrente había un aparador con diverso adornos. A fondo a la derecha estaba la puerta de la cocina, y frente por frente, al entrar a la izquierda, una extraña ventana interior que daba a una oscura alcoba, mal iluminada por la pobre luz que le llegaba del comedor.
Habría cuatro o cinco contertulios. Delante de la ventana del patinillo se sentaba Curro ante de la mesa del comedor. Delante de la ventana interior se sentaba Don Antonio, que dejaba la teja sobre el alfeizar, inmediatamente detrás de él. Los otros dos o tres contertulios se distribuían como querían.
El Concilio Vaticano II terminó con tantas cosas…entre las que destacaría las tejas como las de Don Antonio. Ese sombrero-saturno no esa de fieltro liso, sino de peluche, cepillado en un sentido, resultando una superficie mullida, negra y brillante que me producía una fascinación hipnótica…
Aún tengo que referirme a otro personaje, a Lola. Os la podréis imaginar perfectamente porque Lola Gaos era el vivo retrato de la Lola de esta historia. Delgada como ella, sarmentosa, vestida de negro, con un moño o rodete que le salía de la nuca. Lola salía y entraba por la puerta de la cocina como una sombra, y nadie reparaba en ella. Aquellos hombres charlaban risueños y yo andaba por allí, sentado o correteando por aquella habitación.
En una de estas salidas de Lola, atraviesa todo el comedor, sale, entra en la habitación contigua, se sitúa detrás de la ventana interior y por tanto de Don Antonio, coge la teja, se la encasqueta en la cabeza y empieza a gesticular con sus larguísimos brazos como los molinos de Don Quijote ¡a dos centímetros de Don Antonio! ¡¡creí morir!! ¡¡¡estaba aterrado!!! Y todos seguían charlando tan tranquilamente, disimulando prodigiosamente y supongo que ahogados por la risa. El único que no se enteraba era Don Antonio, pero los demás no hacía nada que pudiera delatar a Lola, puede que rieran con más entusiasmo el ingenio del cura, y por ello él se sintiera más alagado.
Pero lo que percibí en aquella ocasión fue el sabor metálico e inconfundible del pánico.
15 comentarios:
¡Vaya, qué honor! Muchas gracias por la dedicatoria. Seguiré por aquí dando caña, que ya veis que me gusta la polémica más que a un tonto un lápiz, y si me enseñan un trapito entro a por todas.
Con la iglesia hemos topado esta vez. Lo que más me choca de la historia es que sea terrorífica. Me cuesta imaginarme el pánico que causa la burla a la autoridad eclesiástica. Pero claro, eran otros tiempos... Como contraste voy a contar una historia que me ocurrió de pequeño, tan pequeño que yo no la recuerdo, pero ahí está mi madre que le gusta recordarla de vez en cuando.
El caso era que me llevó mi madre a misa. Y ahí estaba yo, que no debía enterarme de la misa la media (nunca mejor dicho) haciendo comentarios en voz alta, para sonrojo de mi madre que no sabía cómo callarme. Hasta que llegó un momento en que el cura se dio la vuelta para coger el cáliz (o para lo que fuera, que para el caso da igual) y yo exclamé "¡se ha enfadado el jefe!" Supongo que pensaba que se había enfadado porque estaba hablando, o vete a saber. Los feligreses descojonados, y mi madre que no sabía dónde meterse.
Moraleja: Niños y religión, ¡mala combinación!
Todo ha cambiado. De aquel mundo no queda apenas nada. Aunque una parte muy importante de la población hoy es creyente no es lo mismo, porque es un reducto más o menos amplio, pero un reducto. Una secta, que ya no es católica en el sentido de universalidad que etimológicamente tiene el término.
Lo que más nos cuesta comprender del mundo musulmán es que en ese mudo sigue en pie lo que en el nuestro se ha desmoronado. Allí también hay incrédulos y descreidos, pero los creyentes llevan la voz cantante.
En nuestro mundo occidental se ha perdido lo SAGRADO con lo que tiene de MÁGICO. Sigue habiendo mitos y tabús y mandamientos y pecados, dentro y fuera de la iglesia. Los preceptos laicos pueden ser igualmente represivos y fundamentalistas.
No echo de menos nada, pero no dejo de pensar que aquella cultura era sabrosa. Lo que echo en cara a muchos de mis "coarreligionarios" es que el racionalismo al uso ha resultado ser menos racional de lo esperado.
La verdad, lo reconozco, he tenido que mirar en internet a ver quién demonios era Lola Gaos; claro que me han dado más ganas aún de ver Viridiana... La cuestión es que creo lo que decía Braudel, aquello de que los imaginarios colectivos son lo que más lentamente cambian en la Historia. Supongo que en algo habrán cambiado los creyentes de hoy con respecto a los de ayer, pero lo que si tengo claro es que aunque se sea "arreligionario/a" tenemos incrustada la visión cristiana del mundo en la que nos han socializado. A mi el pánico me surge cuando me doy cuenta de ello, y en esos casos, se me pone la boca alpargata...
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¡Ostrás Saltés! ¡Ahora con publicidad!
¡No! Elsa ¡no! Esa publicidad se ha colado. mi maestro me ha dicho que ¡nada de publicidad! Aparte de que también me ha dicho que percibiría unos céntimos...Y por unos céntimos ¡oye! me declaro incorrupto.
¡Si ya se que eres incorruptible! ¡Y que la han impuesto en el blog! Pero al verlo he flipado...
Jo, yo también he flipado!!!
Al principio pensaba que tus fans del otro lado del océano ya se animaban a opinar (estaría genial!!), pero lo de que te ofrezcan publicidad desde Brasil también es bastante gracioso...
(Como es internet...)
Pero como Rubensan, podemos aprovechar para sacar punta a este incidente y debatir sobre la moralidad/inmoralidad que provoca internet, con su publicidad, sus descargas... Cualquier excusa es buena, eh? :-)
Si Ana, parece que internet es un mundo virtual más extenso que el otro (que no me atrevo a llamar real)¡¡¡Matrix!!! y todo situado en el presente, porque las grandes epopeyas son del pasado ¡pero internet es el presente! Se puede viajar gratis, pero hay que saber pilotar esa máquina que en manos de unos es menos que una carretilla, mientras que en las de otro es el superjet.
Y se puede llegar a Sodoma y Gomorra ¡pero hay que tener cuidado! porque no es que te acechen las llamas del infierno ¡es que puedes contratar sin darte cuenta un viaje erótico que se te pase en un pis pas pero que te lleve toda la tarde, y tardes y tardes y luego te llega un facturón de telefónica que se fundan los plomos!¡¡¡Lucifer nunca hiló tan fino!!!
Bueno, me tengo que ir a comer Besos.
Lo bueno de Internet es que es intrínsecamente libre y prácticamente imposible de controlar. Así que por mucho que los viciosos del intervencionismo se empeñen en mangonear todo y regular aquí y allá, en este caso lo único que hacen es poner puertas al campo.
Es un poco como el oeste moderno. Ahora que ya no quedan territorios físicos sin colonizar, toca hacerlo con los virtuales.
Rubensan: se que de informática sabes un porrón y también se que de informática yo no tengo ni puta idea.
No obstante me atrevo a contradecirte, porque esto no es nada que se parezca al campo, sino que es un artilugio en manos de unos potentados que cuando quieran harán lo que ellos quieran, desde espiarte sin que lo notes, salvo cuando se te caigan los palos del sombrajo, hasta apagar el chiringo con la facilidad con que apagas la luz cuando te das media vuelta para dormir. O subirte las cuotas o ¡vaya usted a saber!
Ahora, que mientras cuele y dure ¡a disfrutar y que nos quiten lo bailao!
Bueno, pero eso es como todo. ¡En los campos también te pueden espiar sin que te enteres! ¡Y también pueden hacerlos desaparecer! Gente con poder para hacer cosas siempre va a haber, el tema es que si unos tiran para un lado y otros para otro al final las fuerzas se equilibran y es _casi_ como si no estuvieran.
Rubensan: como esperaba has entrado al trapo con mucha casta ¡pero con poco celo! Mi provocación era debida a mi malicia instintiva y a que tu puedes arrojar mucho más luz que yo a este espinoso e interesante asunto.
Pero tu explicación no me convence porque si unos tiran para un lado y otros para el contrario ¡no siempre hay equilibrio! porque si uno tira con mucha más potencia que el otro ¡no hay equilibrio, lo arrastra! Y si uno es además el dueño del cotarro, quiera o no quiera el otro, gana.
Lo que supongo es que ya debe haber tanta pasta circulando por internet, que no van a cerrar el negocio porque unas pocas moscas cojoneras estén fastidiando, o se estén aprovechando de los trenes baratos.
Además dan impresión de libertad en el medio ¡y eso vende!
Bueno, Saltés, me temo que estás sobreestimando mis conocimientos sobre el tema. Puedo saber a grandes rasgos cómo funciona Internet, pero de ahí a saber quién lo controla...
Las tecnologías en que se basa Internet y sus primeras redes precursoras parten de la invistigación del departamento de defensa de Estados Unidos. A partir de ahí la cosa se ha extendido y diversificado mucho, y actualmente no creo que se pueda decir que nadie es el "dueño" de Internet, por lo tanto veo complicado que alguien pueda decidir cerrarlo sin más por ser el dueño de todo.
Ahora bien, para controlar algo no siempre hace falta ser el dueño, hay muchas maneras de controlar. Internet no tiene un dueño, bien, pero ¿hay alguien que pueda controlarlo? Pues hombre, yo creo que esta es la pregunta complicada. Yo no lo sé con certeza, ni sé si alguien lo sabrá, pero lo veo complicado. Pero claro, aquí ya entramos a hablar del poder sumergido, y ese es un tema muy espinoso por ser desconocido.
Rubensan! ya sabía yo que ibas a entrar! :-) Pero es que hace varios días que no me metía en el blog...
Qué bueno lo que dices de colonizar los espacios virtuales porque ya no quedan espacios físicos por colonizar. Y lo bueno es que los virtuales parecen infinitos, y no tiene por que ser cuestion de colonizarlo, sino de darte un paseo universal en un momento. (Aunque con todo yo prefiero viajar de verdad...)
Yo tampoco tengo mucha idea de internet pero espero que tengas razón y no nos chapen el garito,que mola un montón!!
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