Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 16 de agosto de 2019

Una morena y una rubia.



LA VERBENA DE LA PALOMA.

Después de casi sesenta años de vivir en Madrid por fin se nos ocurrió ir anteayer a la Verbena de la Paloma ¡Sensacional! Más gente que en la guerra. Pero, claro, como no fui antes no he podido comparar.

El circuito festivo comprende muchas calles del Barrio de la Latina y ¡cómo no! la calle y la plaza de la Paloma! La imagen que tenía era la de la música y la iconografía de la famosa zarzuela ¡pero nada de eso! Porque lo que me resultó más llamativo fue lo propiamente del emplazamiento, el Barrio de la Latina.

Ya se sabe que el nombre del barrio es relativo a Beatriz Galindo, famosa escritora, humanista y también maestra de latín y de gramática de la reina Isabel la Católica, apodada "La Latina". Pero aquí se ha producido una afortunada polisemia. Porque dada la población que se puede observar verdaderamente se trata de un barrio latino.

Porque ¡poco chotis! y mucho reguetón. Mucha bachata y mucha salsa ¡y mucho hispano! entre el público asistente y entre los currantes de la infinidad de chiringos con tremendas barbacoas y peroles gigantescos donde se fríen los entresijos y las gallinejas, que eso sí que son firmes arraigos madrileños.

La latinidad la llevábamos puesta, porque íbamos dos parejas: Berni, que es dominicana y Pedro que es segoviano pero que ha ejercido de cura por Latinoamérica, aunque al final se "salió" y contrajo matrimonio y nosotros dos, que también tenemos nuestro punto hispanoamericano, puesto que vivimos tres años en Puerto Rico.

Pero el caso es que el primer destino parroquial de nuestro amigo fue precisamente la Iglesia de la Paloma. O sea ¡que perfecto!

El caso es que los fachas ¡NPI!

"¡Qué va a pasar cuando vengan masivamente los latinos...!"

¡Pues ya han venido! Y no ha pasado nada.

Nada malo y mucho bueno, porque han traído su alegría, su ritmo y su buen rollo que nos ha venido dabuti!

Eso no produce transculturización alguna, sino enriquecimiento cultural. Que por otra parte es muy propio del casticismo madrileño, que de siempre ha sido inclusivo y nunca excluyente, como prueba que el más arraigado casticismo es el de los "manolos" que son los castizos de Lavapiés. Y mira por cuantas resulta que Lavapiés era la judería de Madrid.

Bajo los festones que figuran mantillas y mantones de colores colgados entre las farolas, un ruido descomunal de música, pregones, risas y alegre griterío. Lo pasamos divinamente.

Y lo mejor de todo es que, en cierto modo, se puede viajar en metro al Caribe y a todo el continente americano y disfrutar de su gente y de esta cultura compartida.

Y es que nos han devuelto la visita. Y, a pesar de lo que digan los seguidores de la Leyenda Negra, de este confín suroccidental europeo se ha llevado al continente americano mucho bueno, y dichosamente nos están correspondiendo ahora.

Ya no exportamos curas y monjas a las Américas ¡los importamos de allí! Y sobre todo importamos gente de a pie.

¡Y es un gusto!





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