Lo he dicho alguna vez, porque lo
he oído y me ha gustado: "El pronombre no sustituye al nombre, sino al
revés, el nombre es el que sustituye al pronombre".
Sobre todo los nombres propios, que
señalan al referente más propiamente que el pronombre. Mientras que los nombres
comunes son meros adjetivos. Y los adjetivos no existen en sí mismos, sino el
pronombre que adjetivan, que puede estar implícito, y no por ello inexistente.
Por ejemplo, si no hubiera nadie
que trabajara la madera, ni lo hubiera habido nunca, ni lo fuera a haber jamás,
"carpintero" sería una palabra absurda, ni nombre, ni adjetivo ni
nada. Como si digo "carbintero" ¿Qué es eso? ¡Pues nada!
Los nombres propios son etiquetas
diferenciadoras de los pronombres. Por ejemplo si digo Ana en realidad estoy
diciendo una oración sincopada: "Ella, que es Ana", para
diferenciarla de otras personas que no se llaman Ana. Pero si la quiero
diferenciar entre diversas Anas puedo decir, por ejemplo, Ana rubia o Ana
morena.
Hombre y mujer son nombres, aunque
verdaderamente adjetivos, que adjetivan a pronombres, que indican a su vez
individuos. Es decir, sujetos individuales, que pueden adjetivarse, en razón de
su configuración anatómica, como hombres o como mujeres.
El ser hombre o el ser mujer
indica cualidades. Tales como, salvo imponderables, poder fecundar o poder
engendrar. Circunstancias que se dan alguna vez en la vida ¡o nunca!
Bien es verdad que el placer inherente
a esa potencialidad apasiona, turba y perturba y se antepone a todo. De modo
que el nombre propio ya lleva el estigma del género o del sexo. Por ejemplo
"María" o "Manolo". Y ¿qué importa si el extremo del tronco
opuesto a la cabeza es cóncavo o convexo? En caso de "ligar" puede
ser un dato interesante, pero esa relación se da entre la gente con mucha menos
frecuencia que otras muchas como trabajar, andar, hablar, escuchar, beber, comer,
enseñar, aprender, escribir, leer, pintar, ver pinturas, y una infinidad de de
actividades y de relaciones en las que ni el sexo ni el género vienen al caso,
por lo que no veo la necesidad de que la circunstancia de ser hembra o varón
tenga que destacarse tan principalmente.
Hay mucha gente empeñada en lograr la igualdad de trato entre
hombres y mujeres, algo que hoy por hoy dista mucho de ser real. Puede que aún se demore el logro de esos ideales, pero
yo procedo como si ya se hubieran logrado. Para mí ni existen los hombres ni
existen las mujeres como tales. Existen individuos a los que les cuadra uno u
otro nombre-adjetivo ¡y no solo eso! porque aquí interviene la combinatoria:
mujeres con apariencia de hombres, hombres con apariencia de mujeres, ni una
cosa ni la otra, las dos a la vez, o a veces una y a veces otras.
Personas que son encantadoras
unas, detestables otras. Pero siempre al margen de cualquier designación
genérica, aunque los rasgos correspondientes influyan en la sensación que
producen. Que no depende tan solo de lo que se aprecia, sino también de quien
lo aprecia.
En resumidas cuentas, que hablar
de una realidad llamada "el hombre" y de una realidad llamada
"la mujer", que se concreta en individuos que son los diversos
hombres y las diversas mujeres, me parece de un idealismo estúpido. Dicho de
otro modo, me parece una gilipollez verdaderamente inconmensurable. Pongámonos
kantianos: existen los fenómenos, pero no existen los nóumenos.
4 comentarios:
Según, Emilce Dio Bleimar, psiquiatra y psicoanalísta (ya sé que el psicoanálisis tiene detractores feroces, pero ninguno de ellos ha pasado por la experiencia) existe: sexo, género y objeto sexual. De la combinación de estas tres cualidades se deriban trece o más variantes de personas. Hay mujeres que adoptan una forma de vestir y comportamiento algo masculina, para evitar el deseo del hombre, aunque en el fondo les gustaría mostrar sus atractivos femeninos. En cuanto a los hombres, han tenido y tienen mayor libertad con la imagen.
Igual no te he entendido, pero en lo referente al género masculino o femenino y sus porqués, si que se algo.
Pues yo no sé gran cosa del tema, pero lo que veo es q de cualquier individuo lo primero que se destaca es q es hombre o mujer.
Y lo q yo digo q eso no debería ser lo primero, sino a a lo más lo segundo.
Lo primero es q tal individuo es eso, tal individuo. Distinto y parecido de los demás.
En el plano singular es él mismo, en el plural es persona humana, y luego es hombre, mujer, las dos cosa o ninguna de las dos.
Pues un poco es lo que dice el psicoanálisis, que somos individuos indepentientemente de nuestro sexo, rol o género y objeto sexual.
Me ha gustado la columna. Beso.
El comentario suprimido es que le dí dos veces, era el mismo.
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