Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 11 de octubre de 2013

Minorismo mayoritario.



EMPLATAR.

Si hay un verbo horrible ese es emplatar, que expresa la monomanía de disponer la comida en un plato como si se tratara de un cuadro abstracto. Platos-cuadros redondos y también cuadrados.

Emplatar es una originalidad. Pero cuando todos los cocineros toman la determinación de ser originales del mismo modo ¡pues dejan de serlo automáticamente!

A mí me parece bien disponer los alimentos en los platos artísticamente, porque "también se come con la vista".

A los "emplatamientos" les pasa lo que a las "instalaciones". Bien mirado toda exposición es una instalación. Porque los cuadros, las esculturas o lo que sea no se ponen de cualquier modo, sino sabia y sensiblemente dispuestas.

Del mismo modo la comida debe quedar bien dispuesta en el plato. Por ejemplo una fabada, de esas que hacen época, es un mosaico de judías bañadas de un vaporoso caldo espesito y de color entre siena natural y anaranjado del que emergen islas suculentas de chorizo, lacón, oreja, tocino y otro estimulantes del colesterol. Cuando uno se sienta a la mesa los platos están vacíos y cuando se van colmando surge esa vistosa plasticidad sin que el que sirve sea un artista del grafismo y del equilibrio de las formas. Igual pasa con un "segundo". El que sirve deposita en el plato las crujiente y humeantes chuletas. Un conjunto de dorados prismas de patatas fritas  o bien a la molinera y unas tiras rojas brillantes de pimiento asado ¡y no tiene que ser un picasso para que aquello tenga una vista fastuosa! 

Ve uno ahí en la tele a esos cocineros, encorvados y con maneras de relojero que van colocando las virutillas de lo que sea sobre el trocillo de carne o de pescado y luego le echan la firmilla de salsa por encima de la islita de comida y sobre el plato vacío en su mayor parte ¡Y lo que más me jode es que lo manosean todo! Y tiene uno que ingerir la invisible flora bacteriana de sus dedos ¡que ya pueden lavárselos lo que quieran! No cabe otro consuelo que saber que las bacterias del cocinero que uno se traga están bien lavadas.

Si está muy bien que algunos hagan eso ¡pero que lo hagan todos me parece excesivo! 

Pero no nos engañemos. De esos restauradores no es toda la culpa. Sino que tienen que compartirla con sus clientes. Porque, por lo que parece, a mucha gente le gusta peer en botija. Sentirse importante. Que le sirvan exquisiteces y virguerías como corresponde al marqués que se tiene uno creído que es. 

2 comentarios:

edu dijo...

Hola Tomas,
buscando trabajo para subsistir en Londres, un día hice una prueba en un restaurantes seudo-lujoso de cocina española moderna. Decoración y nombre taurinos. Todo tan ridículo como lo describes tu.
Constantes tropiezos y uso penoso de la bandeja por mi parte. La comida se escurría a un lado y a otro del plato irremisiblemente cuando los subía por la escalera, perdiendo la gracia de la composición. ¡Tenía que volver a emplatar de mala manera! firmaba mi creación con huellas digitales.
Por supuesto no me cogieron.


saltes dijo...

Edu ¡no tienen ni puta idea!

Por no saber, no saben siquiera lo q se han perdido al no contratarte.

De haberlo sabido rabiarían de remordimientos.

Pero esto q digo es una tontería porq los borrico, los de dos patas, no pueden tenerlos.

Los otro por lo menos tienen el beneficio de la duda.

¡Fuertes abrazos! ¿Cuándo te vemos?