LAS MALAS YERBAS.
Tengo un libro, extraviado, que
es un tratado de "malas yerbas".
El autor de ese libro advierte en
la introducción que ese no es un criterio botánico aceptable, ya que el ser
malo no es una cualidad intrínseca de las yerbas (ni de nada, pienso) sino una
apreciación subjetiva, debido a tales yerbas entran en conflicto con los
intereses de la gente, porque invaden un terreno que se considera propio y
destinado a otro fin.
Las llamadas malas yerbas son
plantas por lo general silvestres, propias de lugar, por lo que están muy bien
aclimatadas, y por ello son difíciles de desarraigar, o sin ser silvestres encuentran
un ambiente muy propicio, tal es el caso de los hinojos, de las rúculas y de
las acelgas que parecen encontrarse muy a gusto en nuestro huerto porque se
diseminan, se extienden y lo invaden todo como auténticas malas yerbas.
En España, y supongo que en toda
Europa, se distingue muy claramente entre plantas silvestres y plantas
cultivadas, pero no en todo el mundo es así. Cuando llegué a Puerto Rico le
pregunté a un amigo que si tal planta es silvestre o cultivada y me dijo que
allí esa distinción es muy dudosa. Y pude comprobar que efectivamente muchas
plantas ornamentales que había visto en España venderse en las floristerías
allí son silvestres.
El cultivo consiste en muchos
casos en sembrar o plantar vegetales silvestres de modo organizado en un huerto
o en un campo labrado. Otras veces se manipulas genéticamente para
"mejorarlas" mediante cruces, injertos o multiplicaciones para los
que el mundo vegetal ofrece una potencialidad enorme. Más recientemente se
logran modificaciones de composición genética
del núcleo de las células de las plantas ¡nada menos! O se producen
simbiontes que transmiten esas características hereditariamente. Son los
transgénicos, que ponen la carne de gallina, ¡porque vamos, los biólogos han
abierto un laboratorio junto al de Dios!
Las malas yerbas pueden ser
bellísimas, tal es el caso de las amapolas, que se arrasan de los trigales
porque les disputan los nutrientes al trigo, del que sacamos nuestro pan de
cada día. Pero esa belleza no nos ablanda el corazón. Cerramos los ojos
selectivamente, o miramos para otro lado ¡en el mejor de los casos! cuando no
disfrutamos complacidos de nuestra crueldad.
Hoy por hoy los botánicos, los
auténticos botánicos, son más mirados y describen la flora sin prejuicios.
Pongo como ejemplo esa monumental colección de libros editados por el Consejo,
"La flora ibérica". También es magnífica "La fauna ibérica".
Todas las plantas, como todos los animales, son un prodigio de funcionalidad y
de belleza. Todos tienen mecanismos increíbles. Misterios insondables que se
desvelan poco a poco y resultan admirables.
Pero la gente pasa ¡malas yerbas!
Y ese desprecio petulante impera para la botánica, la zoología y la
antropología. Los moros, los judíos, los paganos, los ateos etc. son para los
cristianos malas yerbas. Los cristianos,
los judíos, los ateos etc. son para los musulmanes malas yerbas. Los musulmanes,
los cristianos, los ateos etc. son para los judíos malas yerbas. Y los
cristianos, los musulmanes, los judíos y los creyentes en general son para los
ateos malas yerbas.
¿O no?
2 comentarios:
Pues es que parece que los humanos somos un poco tontos. El caso es querer lo que no podemos o es muy dificil tener, y menospreciar lo genial que tenemos delante...
¡Es así! Cuando yo era niño el pollo era un manjar y cuando se ha puesto al alcance de todo el mundo se desprecia. Igual el salmón y más cosas.
Y lo q es peor, lo q secretamente se desprecia es a uno mismo.
Ah! Pero en el pecado se lleva la penitencia.
Lo propio de la humanidad parece ser q es la pedorrez.
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