POBRE PERO DIGNO.
Me contó mi amiga Mercé la historia de una amiga suya
llamada Luisa, creo recordar.
Se trata de una niña de 80 años. Es decir que es una de los
llamados "niños españoles" refugiados en Rusia debido a la guerra
civil española.
La historia de esta señora es impresionante. A su vuelta a
España se radicó en Barcelona y emprendió una incansable lucha ciudadana por mejorar
la habitabilidad del Nou Barris (9 barrios) que estaba sumido en una total
marginación y abandono por parte de las autoridades.
En Rusia estudió psicología y fue profesora universitaria.
Debido a su calidad profesional se trasladó a Cuba para realizar el proyecto de
las autoridades universitarias de ese país de incorporar asignaturas de
psicología en todos los estudios universitarios.
De esa estancia en Cuba es el siguiente refrán que le gusta
contar:
"Si tu amo te habla de usted es porque te ha vendido o
te va a vender".
Su infancia fue verdaderamente dramática.
Tras llegar a Moscú la llevaron refugiada a los Urales,
cerca de Siberia para alejarla del frente en la Segunda Guerra Mundial.
La partida hacia Rusia fue menos traumática de lo
imaginable, porque creía que irían ella y sus dos hermanos a pasar unas
vacaciones en un albergue durante un par de meses y resulta que pasaría fuera
de su país casi toda su vida. A su padre no lo volvería a ver. Y a su madre,
creo que tan solo una vez, ya anciana.
Su familia materna pertenecía a la burguesía asturiana, pero
su madre se enamoró de un minero por lo que fue repudiada. En época de tantas
estrecheces iban los hijos de este matrimonio a comer a casa de su abuela materna,
aunque no disfrutaban mucho con sus visitas.
El ambiente de la casa de su abuela lo retrata la siguiente
anécdota:
Tenía su abuela la costumbre de socorrer a unos pobres los
miércoles con dinero y comida.
Uno de esos miércoles uno de los pobres no pudo ir. Y al
siguiente le pidió a la señora, además de la limosna del día, la correspondiente al día de la ausencia.
La señora le dijo que no se la daba, que si no había podido
ir que ese era su problema.
En vista de lo cual el menesteroso se indignó rechazando el
dinero y la comida que le ofrecía diciéndole:
"¡Búsquese otro pobre".
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