LA METRÓPOLI
INGRÁVIDA.
Hemos tenido en casa a dos amigas
catalanas, Mercé y Carmen, que han venido a pasar unos días de turismo a
Madrid. Eso nos ha propiciado la ocasión de hacer turismo en Madrid, que es un
lugar fenomenal para tal fin. Actividad que, incomprensiblemente, no hacemos a
pesar de vivir aquí.
Estas chicas son totalmente
catalanas, pero no son independentistas. Lo cual provoca cierta censura entre
algunos de sus amigos.
Mostraban un cierto resentimiento
porque se rechazara en su día el estatuto catalán y se aprobara el andaluz, a
pesar de que los son iguales.
Es que no son iguales, dije, en
el catalán está la tontería esa de la nación catalana...
¡Cómo! ¡Cataluña es una nación!
Lo acredita la historia.
No quise seguir por no molestar,
porque pienso que no es una nación, sino una región. O una comunidad autónoma,
para ser más exactos. Claro que no importaría nada que fuera declarada nación a
condición de que otras comunidades autónomas tuvieran la misma consideración. Pero
ese no sería el caso de la Comunidad Autónoma de Madrid, que no es una nación
ni lo ha sido nunca, sino la provincia cuya capital también lo es de España.
Pero vamos tampoco es un asunto por el que vaya a pelearme.
Aquí hay un tema equívoco, porque
la historia suele considerarse el aval metafísico del SER de un lugar. A mí más
bien me parece todo lo contrario: Me parece que es el aval del NO SER. De lo
que era ¡y no es! O sea de lo que no es.
Está el tema del idioma. Que la
lengua catalana está en peligro de desaparecer, porque a pesar de la llamada
"inmersión lingüística" los niños en el recreo hablan castellano.
Pensé: "pues si no lo habla nadie que más da que desaparezca", pero
no me atreví a decirlo para que no me mataran.
En un momento una de ellas habló
de "inmigrantes de segunda generación". Concepto que a mí me parece
horrible. Porque para mí un emigrante es alguien que se ha ido a vivir a un
sitio distinto del que nació. Pero uno que vive en donde nació ¡cómo va a ser
un emigrante! Si uno se va a un sitio distinto del que nació es porque
espera encuentrar ventajas. Si de paso encuentra algún inconveniente ¡se tendrá que
joder! Que sopese y promedie. Pero si a alguien lo han parido en un sitio ¡no
puede estar allí de prestado!
Yo soy un emigrante, porque nací
y me crié en Huelva y vivo en Madrid. Pero mis hijas, cuya madre nació en León
¡qué coño van a ser emigrantes! ¡Son gatas perdidas!
Tenían muchas ganas de ir a
Lavapiés. Serrano les gustó menos, porque para el caso es como el Paseo de
Gracia. Lavapiés les moló, aunque se parezca mucho al Rabal. Para mí que el Rabal
es más multirracial si cabe.
Me dijeron que Lavapiés les había
defraudado un poco.
¿Por qué?
Pensé que habría más castizos.
¡Es que en Madrid no hay
castizos! O no los hay más castizos que, por ejemplo, mis hijas ¡Tú misma eres
castiza madrileña! Todo el que esté en Madrid, aunque tan sólo sea por unos
días, o por unas horas es madrileño.
El gran encanto de Madrid consiste
en acoger a todo el mundo, en no rechazar a nadie
¿Alguien da más?
No hay comentarios:
Publicar un comentario