Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 9 de octubre de 2011

El amor al arte.

EL DIBUJO COMO MAGIA.

Cuando yo era profe de dibujo decía a mis alumnos que estaban aprendiendo magia. Que la facultad de bellas artes es como la de Harry Poter ¡sí, sí reíos! Es la pura verdad. Y si os parece ridículo, que sin duda lo es, no tendríais que haberos matriculado aquí ¡ya es demasiado tarde!

Eso es el dibujo ¡magia! Y el dibujar es hacer pura magia. En este viaje a la Toscana, Umbría y Bolonia lo pude comprobar una vez más.
Siempre que viajo llevo una libreta para dibujar y hacer un somero diario que ulteriormente me ayuda a recordar cabalmente el viaje. También pego entradas a museos, tarjetas de restaurantes y cosas así.

Estaba dibujando en el Museo de la Catedral de Siena unas cabezas de unos apóstoles de Juan Pisano y noté que le hacían fotos a los dibujos pero no miré. Ya en la calle posé un instante la mirada en una chica rubia guapísima que me llamó la atención. Veo que me devuelve la mirada, viene hacia mí y me dice que si soy yo el que estaba dibujando en el museo. Tras mi afirmación me pregunta que si puede ver de nuevo los dibujos. Se los enseñé, los fotografió, luego a mí, me preguntó mi nombre, y yo le di mi tarjeta y ella me dió la suya, en una especie de duelo galante.



Dos días más tarde, al atardecer en el belvedere de Florencia me pongo a dibujar el ocaso florentino y sin que yo mirara también alguien se puso a hacer fotos al dibujo. Rafa, el novio de mi hija Ana, me dice: "prepara otra tarjeta". Efectivamente era una morena preciosa la de las fotos. Y nos pusimos a hablar un poco.
No hablo español, decía, solo inglés y portugués.

¿De dónde eres?

Soy brasileira.

Estuvimos hablando otro poco y nos despedimos encantados.



Al siguiente atardecer en Peruggia estuve dibujando desde un farallón orientado a poniente y otra chica, también muy guapa se puso a mirar el dibujo. Es mexicana, y dijo que le recordaba a su abuelito -cosa que no me extrañó- que también dibujaba. Y el recuerdo parece que le sobrecopgió tanto que se puso a llorar como una Magdalena y le caía un enorme lagrimón por una mejilla ¡el sobrecogido fuí yo!



Dos días más tarde en una bodega-exposición de algo así como el consejo regulador del vino de chianti que hay Greve in Chianti, donde se compra una tarjeta y con una copa que dan se puede catar el vino de cientos de botellas instaladas en ingeniosos mecanismos, de modo que apretando el botón de cada uno de esos artilugios se llena la copa y se vacía la tarjeta. Yo lo encuentro muy divertido. En aquel salón enorme también tienen un cuaderno para que quien quiera pueda escribir o dibujar lo que le apetezca. Yo hice un dibujo más o menos parecido al que hay aquí a continuación.

Se acercó una señora y expresó su satisfacción por el dibujo. Le noto que habla español y le pregunto que de dónde es y me dice que colombiana. Resultómuy mandona, ya que se puso a darme instrucciones:

Termine por arriba la copa. Yo pensaba dejarla así, pero obediente la termino.

Ponga el vino. Tampoco pensaba, pero se lo pongo con lápiz rojo y un poco de violeta.

Fírmelo. Su nombre. Ponga Tomás. Y me había preguntado cómo me llamo.

Muy bien. Ahora la fecha. Ponga: Venticuatro. De Septiembre. De dos mil once. Muy bien.

Dijo Rafa que se ve que está acostumbrada a mandar y que iba por la tienda diciendo a sus compañeras:

¡Venid, venid, que hay un señor dibujando!

La noche sigüiente de la última etapa, como la primera, en Bolonia encontramos sitio para cenar en la Piazza Mayore en la terraza del Bar Giuseppe, donde habíamos hecho la cena inaugural. Estuve dibujando un edificio hermosísimo que parecía manierista, con arcos, pilastras adosadas y capiteles coríntios. Al terminar de tomar la pizza y cuando ya tenía guardado el cuaderno, se acercó la camarera, que era joven y guapa y me dijo que si le enseñaba el dibujo.

¡Cómo no! Ahora mismo.

Y estuvo viendo los dibujos. Algún compañero o jefe o lo que sea le dijo algo.

¡Estoy viendo unos dibujos! le contestó.

Cuando ya vió bastante me dijo

¡Bravísimo!

Ya digo, eso del dibujo es mágico.



2 comentarios:

Ana dijo...

Doy fé de que así pasó.
Y efectivamente miraban como mira uno al mago que está haciendo el truco, con curiosidad durante el proceso y con satisfacción al ver el resultado.
Lo que me resulta raro es que todo eran tías, ¿serán los hombres más discretos o es que no les impresiona tanto la magia?

saltes dijo...

También había un tío, el que nos hizo la foto en San Giminiano, pero su intervención no fué tan brillante y por eso no la puse ¡pero la pongo ahora!