Le decía yo a Amalia, el año pasado cuando era alumna mía, lo que había dicho en su momento Marcel Duchamp, y que yo había leído en un libro de Zóbel: “El arte es lo que los artistas dicen que es arte”.
Y me contestó: “¡Que te lo crees tú! El arte es lo que dicen que es arte los directores y los gerentes de los museos, los curadores, los críticos, los comisarios, los galeristas, los coleccionistas y gente así. Y lo que dicen los artistas no cuenta ¡los artistas no pintan nada! Porque son el último mono”.
Esto que planteo parece un conflicto gremial ¡y no es así! Aunque crea que arte es lo que dijo Duchamp.
El problema está en saber quienes son artistas y quienes no lo son.
Un artista no tiene por qué ser un licenciado en bellas artes, ni un discípulo de un maestro, ni un autodidacta. Un artista es quien hace cosas o propuestas que son obras de arte.
Y eso ¿cómo se sabe?
Para saber eso no hay reglas. Ni sirve la lógica.
¿Entonces?
Entonces estamos jodidos. Porque cada uno se tiene que guiar por lo que le parece. Y los museos, y lugares semejantes se tienen que guiar por lo que le parecen a sus responsables.
Y ¿no es eso lo que pasa?
Pues no es eso lo que pasa. Lo que pasa es que esos responsables suplantan a los artistas y dicen lo que ellos quieren decir eligiendo obras “ad hoc”.
El problema está en que los directores y los gerentes de los museos, los curadores, los críticos, los comisarios, los galeristas, los coleccionistas y gente así ¡debe ser, por naturaleza, gente subalterna! cooperadores necesarios. Su poder es grande, pero como lo ejerzan en el papel de protagonistas ¡se jode la marrana porque irremediablemente te dan gato por liebre! Claro que como hay tantos rebaños de gente curiosa, sumisa y voluntariosa que ni se entera, pues el crimen queda impune. Pero no nos engañemos, la mayoría de la gente vive de espalda al arte por eso, porque se le da gato por liebre.
Y se da el caso de que exposiciones distintas, de naturaleza distinta, resultan indistinguibles. En todas la misma cantidad ingente de fotitos enmarcadas, de documentos, de portadas y recortes de prensa, de aparatejos. Y ¿por qué se parecen tanto? Porque son del mismo autor. Que es el director del museo. Y esas exposiciones se parecen muchísimo a otras que se han visto en otros museos que en aquel momento han tenido ese mismo director. Porque un responsable de un museo tiene que dar luz verde al talento de los demás en beneficio del público. Y no usar a los demás para marcar siempre el mismo rollo.
Y ¿qué pasa por eso?
¡No pasa nada!
2 comentarios:
No sé, Saltes.... A mí siempre me ha dado mucho repelús cuando alguien se ha autoproclamado "artista". Creo que, en esencia, debe pertenecer a "otros" la capacidad de proclamar la obra de un autor, como arte. El problema es... ¿Quienes son esos otros? Aunque igual esto es cogérsela con papel de fumar, ¿no?
Pablo
Pablo, me parece que el arte no es más que magia ilusionista, que tiene su valor y su gracia ¡qué duda cabe! pero tampoco da para tanto. Un abrazo.
Publicar un comentario