La semana pasada creí que no tenía ninguna bala en la recámara, pero la tenía en el bolsillo, y me debió dar pereza ponerla en su sitio. El tema es el relativo al pasado ARCO.
A las autoridades que pastorean nuestras mentes les ha dado por decir que ARCO ya no sirve, que ha fracasado y que hay que prescindir de dicha feria. Es cierto que el desconcierto es propio de ARCO desde el primer momento, que viene sufriendo constantes crisis de identidad.
Lo que me parece evidente es que no ha ocurrido nada radicalmente nuevo que justifique la invalidez de lo que antes era válido. Hasta ahora he visto todos los ARCOs y la sensación que tengo es que esa es una feria permanente a la que solo voy un par de días cada mes de Febrero, porque más o menos siempre es la misma. Hay un “espíritu ARCO” que permanece año tras año. En unas ocasiones rezuma pasta, en otras menos. A veces está petado de Tapies, otras de Arroyo, otras de fotos.
Y a mi me gusta ver todo eso ¡es una satisfacción! Si está pensado para vender y muchas personas, como yo mismo, no compran ¡qué le vamos a hacer! Seguramente tampoco comprarían los ricachones si no tuvieran un público pobretón de referencia ¡Pero los avariciosos tenderos no caen en la cuenta y quieren alejar a toda costa a los que no tienen el bolsillo a tope!
Por otra parte están los detractores de ARCO que quieren terminar con la feria porque está solo para millonatis y ¿qué coño hacemos allí los que no tenemos pasta?
Unos y otros coinciden en que la gente sin pasta no hacemos nada allí. Difieren en que unos quieren que no vayamos los pelaos y otros que no haya ARCO.
Yo estoy totalmente a favor de que haya ARCO. Como estoy a favor de que en la calle Serrano, y en la calle Velásquez estén esas tiendas tan cojonudas en las que jamás compraré nada, ni siquiera en rebajas, pero que adornan muchísimo. Y más que eso, evidencian el poder creador del talento humano. Y también la humana gilipollez. Pero es que la bondad sin mezcla de mal alguno, simplemente, no se da.
Es verdad que el arte moderno se haya convertido en objeto de disfrute exclusivo de la clase dominante es una ful. Está más que claro que la situación es manifiestamente mejorable. Pongámonos a ello sin hacer tabla rasa porque tiraremos al niño con el agua sucia del baño (En este caso el agua está limpia y perfumada).
Es penoso que mucha gente tenga sus casas desguarnecidas de obras de arte y muchísimos artistas tengan sus estudios atiborrados de obras de arte que no tienen salida.
¿Qué hay que hacer? Pues no lo sé. Pero es llamativo que se haya generalizado el uso de muchos objetos que antes eran “muy exclusivos” como coches, ropa, cosméticos, etc. mientras que el arte, que ideológicamente puede ser muy fácil o muy cochambroso, no sale del estrecho ámbito de los poderosos.
Y el caso es que los poderosos no tienen bastante poder para impulsar un sector que tienen secuestrado. Y no creo que nunca hayan sido los principales clientes de ARCO. Sino “las autoridades” que compran arte para el público patrimonio y se tiran el moco.
Lo “malo” es que antes las autoridades quedaban bien (y pillaban votos) comprando arte para el estado. Y ahora como parece que quedan bien (y pillan votos) es exhibiendo su austeridad guardándose de gastar en arte.
De ser cierta mi sospecha ¡menuda crisis la de ARCO!
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