Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

domingo, 28 de diciembre de 2008

Inocente,inocente.

Con este post, con dibujos que no son del Salterio, felicito el Año Nuevo a todos los seguidores del Salterio ¡Que 2008 se porte!INOCENTADAS.


Hoy es domingo, día habitual de nuestra cita y 28 D. Día, por lo tanto, de los Inocentes. No os voy a dar una inocentada sino contaros una historia verdadera, que si bien no es estrictamente una inocentada, se parece mucho.

Como estamos a tres días de Año Nuevo, os felicito ahora, porque no voy a encontrar una historia tan buena como la del año pasado. Que si la queréis ver de nuevo no tenéis más que cliquear AQUÍ.

Lo que os voy a contar es una de esas bromas tremendas que se daban en época de mis padres.

Había en Huelva un aspirante a torero que yo conocía, que no llegó a cuajar, como es lo más probable.

Todos los toreros, deportistas, artistas y gente notable o con aspiraciones tiene un ambiente familiar que le anima, le impulsa, le hace la pelota y da el coñazo a todo el que tiene alrededor con su entusiasmo.

Al torerillo del que hablo lo apadrinaba su hermano. Y daba en su oficina la brasa con la excelencia del diestro. Creo que estaba bien. Ya ponerse delante de un bovino de esos, además ante tanta gente, tiene su miga. Una vez que entró a matar vi, desde mi posición, como entraba la espada hasta el puño, y el puño, y el brazo entero ¡es que no había cogido toro! Pero el fotógrafo, que ese si que era un artista, le sacó unas fotos ¡que ni Manolete!

Bueno, su hermano decía que tenía un talento fuera de lo común, y un valor extraordinario ¡pero no tenía suerte! ¡No le daban una oportunidad! Si le daban porque yo lo vi torear. Pero no una oportunidad buenísima.

En la oficina, que tenían bastante mala leche, decidieron gastarle una broma de gran calibre.

Escribieron una falsa carta, supuestamente de Juan Belmonte, que entonces era el presidente, o lo que fuera, de la Real Maestranza de Sevilla, en la que decía que había llegado a sus oídos las excelencias del joven diestro. Que la Maestranza tenía un programa de promoción de jóvenes talentos. Y que si quería torear una novillada en la plaza de Sevilla debía presentarse en su despacho en la fecha y hora indicadas.

Para hacer más veraz la carta, en una imprenta -a la que tenía acceso uno de los que estaba en el ajo- estamparon en el papel y el sobre el membrete de la Maestranza. Y uno de los bromistas viajó hasta Sevilla, para echar allí la carta y de ese modo tener el debido matasellos.

La carta llegó al destinatario, y su hermano, más aterrado que contento llevó la carta a la oficina, y la estuvo enseñando. Pedía consejo, porque no sabía qué hacer.

¿Cómo? Pies ir a la Maestranza y acudir a la cita con Belmonte ¡Menudo honor! ¡Qué suerte! ¡En hora buena!

Todos le felicitaron efusivamente, como correspondía a la ocasión.

Días más tarde en diestro se fue a Sevilla. Tembloroso y emocionado se presentó en el despacho de Belmonte. Este lo recibió. Y le dijo que qué quería. Le respondió que venía por lo de la carta.

¿Qué carta?

Esta, y se la enseñó.

La miró Belmonte y dijo:Esta carta no la he escrito yo.

El hermano del diestro bramaba ante sus compañeros de trabajo. Insultaba a diestro y a siniestro, pero nadie se dio por aludido.
Y El caso es que en aquella oficina nunca más se volvió a hablar de aquel torero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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