Estas historias cordobesas son verdaderas. Me las ha contado Cristóbal Povedano, que es un amigo y un pintor de postín, a quien dedico esta entrada.
LA RADIOGRAFÍA.
Cuento a continuación lo que me contó mi amigo Cristóbal, a quien se lo había contado su hermano Balbi, que es médico, a quien se lo había contado, a su vez, un radiólogo amigo suyo, que fué uno de los protagonistas:
Le decía el radiólogo apuradísimo que una tarde recibió a un matrimonio de pueblo, ya mayores. Humildes, pero con esa modalidad de andalucismo serio que es tan frecuente en Córdoba, porque son un poco estoicos, después de todo Séneca era cordobés. Reforzada tal sobriedad con cierta gravedad califal.
Pasaron a la sala oscura donde estaban los aparatos correspondientes. Empezó el radiólogo con los preparativos y notó en su interior unos gases con un cierto anhelo de libertad. Imprudente cedió a la tentación amparado -tontamente- en la penumbra, cuidándose tan sólo de silenciar su falta, en una impunidad más aparente que real.
Se oye al hombre que dice:
Manoliya ¿Tea esgrasiao?
No.
¡Estamo!
El radiologo le dijo, más o menos, por último a su amigo Balbi “¡hay que ver la vergüenza que pasé!. Que ridículo el de un médico fuera de lugar ante unos catertos que estaban en su sitio”
Y a continuación os cuento otro sucedido del que fué testigo el propio Povedano.
LOS “FINOS” DE LA JUDERÍA.
Ocurrió en una taberna de la Judería de Córdoba a la que fueron unos amigos a tomar unos vinos finos de Moriles. Se situaron junto a la barra y el que llevaba la iniciativa le dijo al camarero:
¡Oiga amigo!, pónganos unos vinos.
Yo no soy su amigo.
Dijo el camarero poniéndole los vinos en copas que aproximaba a sus clientes empujándolas por la base con dos dedos, el índice y el anular, manteniendo los demás encogidos a la vez que decía secamente
Aquí tiene los vinos. Así que no me diga amigo.
El cliente quedó cortadísimo. Con los ojos como platos, elevando las cejas y encogiendo el carrillo izquierdo. Todos hicieron como si no hubieran oído semejante impertinencia.
Después de un ratito de conversación y habiéndose consumidos los vinos dijo de nuevo el cliente:
¡Maestro! Pónganos otros vinos.
Yo no soy su maestro.
El camarero les sirvió de nuevo del mismo modo e impasiblemente añadió:
¡Le he dicho que no me diga amigo, ni maestro, ni nada!
El cliente quedó más perplejo todavía, frunciendo esta vez el entrecejo.
Al rato se dirige de nuevo al camarero:
¡Jefe! Pónganos unos vinos!
Yo no soy su jefe.
Sirvió de nuevo y agriamente, levantando un poco la voz le dijo:
¡Le he dicho que no me llame amigo, ni maestro ni jefe ni nada! Yo no soy nada de eso suyo. Yo soy un camarero que estoy aquí trabajando sin necesidad de aguantar a borrachos diciendo tonterías.
Al cliente le dieron ganas de contestarle, pero se contuvo. Los otros no salían de su estupor.
Consumidos de nuevo los vinos el cliente se dirigió otra vez al camarero:
¡Oye bizco! ¡Dame unos vinos! ¡Y no me digas –que me cago en tu puta madre- que no eres bizco!
5 comentarios:
Geniaaaaal!!!!!
Si es que el camarero tenía razón el hombre, que al fin y al cabo él estaba currando y claro, igual el jefe le había dado la tarde, o se había perdido una escapada de fin de semana o... ¡que narices! no tiene excusa, era un borde.... ¡¡¡y un bizco cabrón!!!!!
PD: escribiendo este mensaje y dentro de la reflexión sobre teclados (vease entrada anterior) me prgunto porqué la "B" y la "V" están tan cerca en el teclado qwert cuando dan lugar a tantas y tan graves faltas de ortografía... También me trabo tecladísticamente con la "S" y la "X", lo cual me ha llevado a conocer la diferencia entre "excusa" y "escusa".
PD2: Con mi amigo de postín Fernando Navarro, Sevillano, nos vimos en el siguiente diálogo:
_"¡Camarero!" (este no nos puso mala cara ni na') _"¡pónganos unas claras por favor!"
El tio se gira hacia el grifo y grita:
_"¡marchando unas amiguitas de Heidi!"
Anaïs ¡nada es como parece!Que el camarero era un sieso parece fuera de toda duda. El tema es: ¿por qué era sieso?, la respuesta pudiera ser: porque era bizco, y ese era el origen de su amargura, pero bizco y todo podría no estar amargado. Por otra parte, el cliente parecía no ofender, por lo que la respuesta del camarero parecía fuera de tono ¡pero no sabemos!, porque cuando le llamaba amigo, maestro y jefe a lo mejor estaba empleando eufemismos, porque lo que pudiera estar pensando todo el rato es : "Oye bizco". Y el otro lo pudo notar, porque la gente susceptible tiene un sexto sentido... y porque el otro, mientras le hablaba le estaría mirando, incosciente e inevitablemente, el ojo estraviado.
Por otra parte, el ser camarero es pertenecer al sector de servicios, y si uno servir lo encuentra insoportable... mal asunto y pagarlo con el circunstancial servido, también malo...ya te digo, es muy complicado. Por otra parte el cliente no querría ofender, pero al final le llamó bizco, que seguramente era lo que tenía todo el rato, y además amenazó con cagarse en su puta madre. Claro, que fué algo más de una amenaza ¡se lo dijo!, condicionalmente o como quiera, pero se lo dijo,cuando el otro le llamó borracho, claro que después de tres moriles... Total que ni los bizcos aceptan ser bizcos ni los borrachos borrachos y ante el escarnio potencial o real responden con una ofensa.
Por otra parte, lo de la ortografía es jodido. La escritura no es más que la anotación normalizada de los sonidos del lenguaje ¡no es más que eso! y sería malo no cuidar la ortodoxia porque el sistema acabaría perturbándose, estoy de acuerdo. Pero la cosa no termina ahí, porque al ser el código tan claro y tan explícito se pueden identificar inequívocamente los errores ¡Y zas! ¡leña al mono, aquí te pillo y aquí te mato! En la selectividad: como tenga más de 3 ó 4 faltas de ortografía ¡suspenso!Pero ¡joder! que el exámen es de física o de biología. Da igual¡suspenso!
El caso es que el sistema es muy confuso, luego lo suyo es confundirse. Y también sería lo suyo ser tolerante con los que yerran ¡pués no! porque lo que se persigue no es crregir al infractor, sino joderlo. Es el afán cinegético del depredador reprimido que llevamos dentro.
Las faltas de sitaxis son mucho más dañinas, porque o no se entiende, o se entiende mal o se entiende algo distinto de lo que se quería decir, pero al no haber reglas tán fáciles de aplicar se deja libre al infractor. Mira chica, a mi se me escapan y qúe vamos a hacer ¡paciencia! Ah!, y menos mal que en el teclado están tan cerca la "B"y la "V", porque así parece mecanográfico el pecado ortográfico, y tal eufemismo se emplea en los tribunales de doctores y profesores.
Un beso.
Una vez estando en El Abuelo le dije a un camarero: "¡Jefe, unas gambas a la plancha!" y él, ipso facto, se echó a reir y le dijo a todos sus compañeros de faena, ¡¿Jefe, yo, entonces qué hago aquí?!
Me da que al camarero bizcordobés lo que le pasaba era que ni tenía amigos, ni era jefe, ni maestro...
Elsa, creo que llevas razón. Seguramente estamos en distintos planos, que queremos hacer imperceptibles, y lo que se dice tiene significados distintos en cada plano, y se forma el batiburrillo.
Elsa, creo que llevas razón. Seguramente estamos en distintos planos, que queremos hacer imperceptibles, y lo que se dice tiene significados distintos en cada plano, y se forma el batiburrillo.
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