Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

miércoles, 20 de octubre de 2021

Más acerca de las mascotas.


PAQUITA.

 

Como ya he dicho en este blog tengo una "mascota".

Soy en realidad su protector. Porque si no hubiera sido por mí la habrían matado hace ya mucho tiempo.

Como he dicho anteriormente no es más que una araña.

¡No una tarántula!

Sino una araña muy pequeña.

Un cuerpecillo de 3 ó 4 mm. en su mayor dimensión. Salvo las patas que tendrán algo menos de dos centímetros, y son delgadísimas, apenas unas décimas de milímetro de grosor (si a eso le puede llamar grosor) pero, como he dicho, relativamente largas, articuladas y graciosas ¡Y corre que se las pela! Y comprende con ellas lo que una moneda de un  euro. Tiene un hábitat  de unos 40 cm. en su dimensión mayor, que es una tela muy deshilachada emplazada, como ya he dicho, en una esquina inferior de la ventana de mi Taller de Gran Torino.

Como es de esperar mi supuesta mascota no creo que haya reparado en mí. No lo sé porque no me puedo poner en el lugar de una araña, ni creo que una araña se pueda poner en el mío. Aunque ¡cuidado! que estoy leyendo un libro, que tenía por aquí sin leer, como la mayoría, de Fraçois Jacob titulado "El ratón, la mosca y el hombre" en el que dice que entre esos animales  ( uno de ellos somos nosotros) hay más parentesco y menos diferencia de lo que parece, prueba de ello es que con ellos se hacen experimentos cuyos resultado son válidos para nosotros.

Ese animalito no me hace nada. Yo a ella sí, pero poco. Hace unos días le toqué una pata con la punta de un lápiz ¡Y dio un respingo! por lo que supongo que se llevó un susto de cojones.  Días más tarde hice más o menos lo mismo. Y esta vez también reaccionó, pero no me pareció que con miedo, sino que parecía que más bien con hastío, como diciendo ¡este tío es un pesao!

Las mascotas al uso, perros o los gatos, son como humanos a cuatro patas. Son  lo que les gusta a los amantes de las verdaderas mascotas. Pero eso es lo que a mí más me jode. Precisamante por lo humanos que son. Porque tener a una especie de humano así, a cuatro patas para satisfacer mis caprichos. O estar yo satisfaciendo los caprichos de un cuadrúpedo, que es lo que parece que pasa algunas veces ¡No lo podría soportar!

Parece que me vaya más la cosa jainista de no ir matando insectos caprichosamente. Aunque sí que los mato a veces, pero nunca instintivamente, solo cuando entre ellos y yo hay conflicto de intereses. No deja de ser una cabronada, ya lo sé. Pero así y todo lo de matarlos así porque sí, aun me parece peor.

Creo que merecen respeto, y yo se los tengo ¡Cómo es posible que un bicho tan pequeño pueda ser como es y hacer las coas que hace!

En esa tela de araña tan fina por la que camina con esas patas tan delgaditas con un movimiento tan bien coordinado ¡Es admirable!

Por eso, destruir ese prodigio, francamente, me repugna.

De esto hablo con mi hija Ana, que me comprende, y me ha dicho que hay que ponerle un nombre. Porque un bicho sin nombre no puede ser una mascota. Hay que humanizarlo, aunque sea poquito.

Y yo le he puesto Paquita ¡y se ha humanizado mogollón!

El nombre es el de una profesora mía de francés del bachillerato, en la década de los 50, que me suspendía un año sí y un año no, por la que siento especial ternura.


 

No hay comentarios: