Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

martes, 10 de septiembre de 2019

Nominalismo puro.


LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE TOMÁS.

He podido comprobar lo importante que es llamarse Tomás para los que, como yo, se llaman Tomás.

No digo que tenga que ser así pero por lo que voy a contar me lo parece.

Siempre he pensado que cada persona debería tener un nombre único, porque el nombre viene a ser la síntesis de la personalidad, y como somos únicos debería correspondernos un nombre exclusivo para cada persona. Y en su defecto un nombre infrecuente, para que cuando se nos nombre no atiendan varios al reclamo.

Bueno, si no únicos por lo menos perteneciente a un grupo homónimo. Y hay grupos enormes, como el de José y otros muy reducidos como Eustaquio, por ejemplo. Y otros, que sin ser raros, son relativamente reducidos, como el que nos ocupa.

El caso es que hace unos meses que andaba escamado por irregularidades gástricas, que luego afortunadamente quedaron en nada, decidí ir al médico. ¡A ver, a ver! Miro la lista de Asisa... Ruber...Ah! Pues está bien. Médico... Ah! este se llama Tomás ¡Perfecto! Voy, me recibe, me atiende maravillosamente y al final me dice "¡Con ese nombre tan bonito que tiene usted! como el de mi padre". Le digo que como el de mi abuelo y no de mi padre porque se lo habían puesto a un hermano mayor suyo.

La primavera pasada fuimos a ver los cerezos en flor del Valle del Jertes y en Navalmoral de la Mata se nos averió una rueda. Vamos a un taller, la reparan y cuando pago me dice el operario, con sonrisa de oreja a oreja ¡Se llama usted Tomás igual que yo! Lo dicho, una auténtica cofradía.

Hace unos días vuelven de Alicante una de mis hijas y su familia y me cuenta que paseando por la playa ven a un señor y pegan la hebra. Se enrolla con mis nietos, que son encantadores y sale a relucir que me llamo Tomás ¡Hombre igual que yo! y se produce una corriente de simpatía y con tal motivo le regala a mis nietos la conchas que había cogido, unas coquinas y no sé qué más. Y termina encomendándoles que me transmitan su saludo.

Ayer mismo voy al Conde Duque y me encuentro con mi querida discípula Laura que trabaja allí -¡Qué tal! -Pues vengo a ver la exposición de Dimitri que el otro día cuando vine a ver la de Caruncho no me dio tiempo... -Pues está cerrada, porque es lunes. -Miré en Internet y decía que estaba abierta... -El centro sí, pero las exposiciones no. Bueno, pues volveré otro día...-Pues tiene un catálogo muy bueno y es gratis, pero no sé si quedan...¿Quedan? le preguntó a un compañero. -Pues ya no quedan. -¡Qué pena! Y nos quedamos mirando al compañero. Este se queda pensando... y me dice ¡venga!. Atravesaos un patio, llegamos a la sala con las luces apagadas, iluminada mínimamente por la luz que se colaba por las rendijas y abrió una puerta de un pequeño almacén , del que sacó un catálogo y me lo dio. Es que no los damos todos sino que nos quedamos con algunos de reserva...Por el camino me vino diciendo que se llamaba Tomás, como su padre y como su abuelo..que ese nombre ya no se lo ponían a nadie, etc, etc.

Por lo que veo Tomás es un nombre de estirpes, modestas estirpes pero importantes para quienes pertenecen a ellas. Y en cualquier caso despierta simpatía entre los homónimos.

¡Y está muy bien! porque la simpatía tiene su encanto, y siempre debe ser bienvenida, venga de donde y como venga.





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