Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

jueves, 25 de octubre de 2018

Corruptela marinera.


LA CLASE POLÍTICA.

El domingo pasado vino en El País un artículo de Santos Juliá que no tiene desperdicio.

https://elpais.com/elpais/2018/10/19/opinion/1539946705_092506.html

En este post no quiero más que resaltar un hecho que suele pasar desapercibido:

Hay una discrepancia entre la mecánica oficial y la mecánica real de la política.

Según la mecánica oficial los políticos son los representantes de los ciudadanos en un sistema democrático indirecto basado en la representatividad. Y no en la intervención directa de los ciudadanos, en un sistema asambleario que para muchos demócratas es algo carente de garantías democráticas, aunque tiene sus defensores, entre los que no me encuentro.

En tal sistema representativo los representantes están motivados por la defensa de los intereses de sus representados. Y todas sus actividades están dirigidas al tal fin. Formando gobierno si tienen apoyos mayoritarios o si consiguen los aliados necesarios. Y si no defienden los intereses de sus representados en la oposición.

Para que ello sea posible es necesario que tales representantes tengan trabajo remunerado fuera de la política, al que puedan volver cuando cesen de sus cargos políticos. Porque como estos son provisionales y depende de que los representantes reciban el apoyo suficiente de los ciudadanos, tienen que tener modus vivendi cuando no sean elegidos.

Tal condición es difícil de cumplir por razones obvias y no son muchos los que pueden cumplirla.

Dada la eventualidad propia de los cargos políticos los suyo es que la política no sea una profesión.

Pero si se atiene uno a la realidad resulta que la política es una profesión con lo que nos apartamos de la mecánica oficial para zambullirnos en la mecánica real.

Según dicha mecánica real los profesionales de la política están interesado principalmente en conservar su puesto de trabajo y de sacarle el mayor rendimiento posible ¡como cualquier trabajador!

El problema viene cuando se agota el periodo para el que han sido elegidos.

Por lo que se pasan todo su periodo de vigencia haciendo propaganda electoral con vistas a prorrogar su mandato en periodos sucesivos.

Por lo que ponen a parir abiertamente a los colegas de otros partidos y soterradamente a los de su propio partido.

Por eso la corrupción está tan extendida.

Acopio de dinero para campañas electorales dopadas.

Y no solo para eso, sino para forrarse pura y simplemente.

Pero no es propio hablar de corrupción, porque no se trata de algo sano que en parte esté podrido. Sino que la mecánica real de la política es por naturaleza insana. Por decirlo de algún modo la podredumbre está en la médula del sistema.

Debido ¿a qué?

A que se ha hecho de la política una profesión. De ahí el retrato que hace Santos Juliá de la política española del siglo XIX. Y no solo del XIX, también del XX y de lo que llevamos del XXI.

Mientras haya profesionales de la política, la política estará medularmente corrompida.

¡No hay vuelta de hoja!




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