Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 10 de agosto de 2013

Quien no sepa geometría...


IBERIAS.

Como es sabido, hay muchas Iberias: "Iberia, Líneas Aéreas de España", "Tintes Iberia", "Viajes Iberia" y puede que haya más.

E Iberia región geográfica del Mundo ¿cuántas hay?

Pues también hay más de una. Porque, que yo sepa hay por lo menos dos. Una europea, la nuestra y otra asiática, que es una parte de la actual Georgia.

En el Google viene poco, pero viene algo.

La Iberia georgiana está al fondo del Mar Negro, que desde el punto de vista de la navegación mediterránea, es prolongación del Mar Mediterráneo ¡Hombre! se llega un poco estrechamente a través de los Dardanelos, pero se puede llegar, porque para cualquier embarcación tiene anchura de sobra. Y es el fin del mundo oriental al que se podía acceder navegando. Mientras que nuestra Iberia, la del cerdo ibérico, marcaba el fin del mundo occidental. Se podía seguir, que se lo pregunten a Colón, pero en la era clásica no estaban por la labor.

En eso no terminaba la analogía ni el parentesco. Porque en ambas Iberias había oro. Y acudían hasta "el fin del mundo" o hasta "los confines del mundo" para hacerse del preciado metal.

Pero también hay, sospecho, una analogía geométrica. Ambas estaban infinitamente lejos de cualquier sitio conocido, es decir "en el infinito". A lo mejor no serían "ambas" las Iberias, sino una sola. Porque el infinito, es lo que tiene, que es uno. 

Parece absurdo que siguiendo caminos contrarios se llegue al mismo lugar,  remoto o no. Pero si lo pensamos con cuidado no tan raro. Por ejemplo, si uno coge el metro en una estación la línea 6 del Metro de Madrid, La Circular, puede ir a cualquier otra en cualquiera de los dos sentidos. Pero claro si va uno a otra estación que está a tres o cuatro por uno de los sentidos ¡no va a ir en el contrario! Salvo que le guste viajar en Metro. O que le guste observar a la gente. O que le guste leer en el Metro. Cosa que a mí me encanta, y a veces estoy tan embebido que me paso un par de estaciones.

Pero si uno va a la estación diametralmente opuesta a la que se montó, al "infinito" de ese sistema ¡pues le da lo mismo un sentido que otro! Ergo en tales circunstancias es indiferente ir en un sentido o en el contrario. Y cuando se llegara al destino final se sabría porque se reconocería la estación, por lo menos por el nombre.

Aquellos navegantes mediterráneos debieron sentir que habían llegado al fin del mundo, al único fin del mundo, tanto si navegaban a oriente como a occidente. Pero ¡tendría que haber algo característico del lugar que se pudiera identificar como único!

Y lo encontraron: ¡ORO! ¿os parece poco? Escaso en todos los lugares conocidos salvo en Iberia que era abundantísimo.

También buscando oro y otras riquezas partió Colón a las Indias en el sentido inverso al habitual. Y como los griegos, unos siglos antes, también se quedó corto.

La mejor prueba de la "redondez" de un itinerario es seguir y seguir hasta que se llega al punto de partida. Con lo que se demostraría la singularidad de cada una de las estaciones, evitándose confusiones fruto de semejanzas engañosas. 

Habría que esperar varios siglos hasta que dos ibéricos de postín demostraran la dedondez de este mundo: Magallanes liderando la empresa y Elcano culminandola.

Es que uno infiere de su experiencia más habitual principios que no son tan universales como parecen. Por ejemplo uno no puede verse pasar y hace de ello un principio. Pero las serpientes sí que pueden. Como la que vi una vez en un terrario del zoo que iba por una rama y al llegar al tronco se fue por otra en sentido contrario. No sé si aquel animal se fijaría, pero de ser así se habría visto pasar, parcialmente por supuesto, y lo mejor de todo ¡es que iba en sentido contrario!





No hay comentarios: