Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 15 de enero de 2011

Camino del paraiso.


LA FORMA DEL TIEMPO.



No es literalmente la forma del tiempo, ya que literalmente el tiempo seguramente no exista. Sino más bien la forma que puede parecer que tiene el tiempo, lo que creemos que es el tiempo, a la vista de cómo se manifiesta esa creencia.

El tiempo, en el sentido cronológico como en el climático, se muestra en las zonas intermedias de los hemisferios norte y sur como una espiral infinita cuyas espiras tienen forma más o menos acorazonada. Es decir que tiene dos polos, uno cóncavo, oscuro y frío, una verdadera sima. Y el otro es convexo, cálido y luminoso, una auténtica cima. Es lo que ocurre en el desarrollo de cada día y en el de cada año.

El diario se puede soportar porque pasa rápido. El anual es más duro. Claro que los días están afectados por el lugar del año en el que estén situados.

A cada uno le gusta lo que le gusta. A mí, para empezar, no es esta la zona de la Tierra que más me gusta. Me gusta más el trópico, donde las espiras del tiempo son más redondas y regulares.

Viví tres años en Puerto Rico, y en lo que al tiempo se refiere fueron los tres años más felices de mi vida.

Todo es allí de una regularidad cartesiana. Amanece todo el año a las seis de la mañana y anochece a las seis de la tarde. La luz del Sol se enciende y se apaga en un pis pas. Es increíble. Las estaciones no se notan por la temperatura, siempre hace calor, sino por el comportamiento de los árboles. El flamboyán, por ejemplo, en primavera se cubre de flores, rojas, un poco anaranjadas, que es una felicidad. En verano se llena de hojas, menudas, ya que es una mimosa, en otoño van cayendo las hojas, y maduran los frutos que son como grandes algarrobas, con unas semillas parecidas a piñones, tan duros como estos y más alargados. Y en invierno esos árboles se quedan pelados.

También se nota por las lluvias, auque en donde vivíamos, en Ponce, dicen que no llueve nunca, aunque sí llovía entre el verano y el invierno. En otros sitios, por ejemplo en Mayagüez, llovía todo el año a la misma hora. A las cuatro se ponía a diluviar, a las cinco escampaba y a las seis estaba el suelo seco, como si nada hubiera ocurrido.

Aquí vivo bien desde Enero hasta Septiembre. En Navidades estamos en el fondo de la sima. En plena oscuridad y plena frialdad ¡que horror! Dicen en León que para los Reyes lo notan los bueyes y para San Vicente (22 de Enero) la gente. Lo que notan es que los días se alargan, y la luz es más intensa. Aún se está dentro de la sima, pero ascendemos por la pendiente a situaciones cada vez más luminosas.

Y cuando más feliz soy es en el verano. En Julio sobre todo. Y en agosto, aunque ya se sabe “frío en el rostro”, ya se malicia uno lo que le espera. Me encanta pasar calor y oír a todo el mundo protestar ¡del calor que hace! ¡Como nunca! Cada año es como nunca ¡porque el planeta se calienta! ¡No será ahora cuando se calienta! Ni en estos días atrás ¡que ha hecho un frío del carajo!

¡Ya me gustaría que se calentara el planeta!



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