Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Caza mínima.

Este post nº 181 del Salterio se lo dedico a Ana que lo puede ver en Chile tan bien como lo veía y lo verá en España.
Antes de ocuparme del tema que os tengo preparado para hoy quería deciros que si he faltado a nuestra cita dos semanas y llego tarde la tercera es porque mi P C parece que ha debido pillar un resfriado, a pesar del calor reinante.

Lo digo porque fue invadido por un virus que lo dejó totalmente inválido ¡Ni me atrevía a encenderlo! Tímidamente lo encendí ayer y cual no sería mi sorpresa al ver que estaba totalmente recuperado.

Por eso digo que debió ser un resfriado, que dicen que es una infección vírica para la que no hay remedio y que se pasa sola.


EL CAZADOR DE AVISPAS.

Las avispas son, como su nombre indica, seres muy avispados que a mí me admiran profundamente. Porque pese a ser tan pequeñas vuelan maravillosamente y tienen un olfato increíble.

Tienen, además, el morbo de ser muy peligrosas con esa picadura tan dolorosa que en personas muy sensibles puede llegar a ser mortal. Claro que no es sólo por culpa de las avispas sino, sobre todo, por el extraño sistema inmunológico que poseemos que repele la agresión de tal modo que en casos extremos se lleva por delante al agredido.

Tal morbo se acentúa por el rayado que ostentan que hace de ellas minúsculos tigres voladores.

En verano, sobre todo al final, se ponen algo pesadas. Huelen desde lejos la comida y acuden raudas. El caso es que con mis nietos, Nico y Jorge, que vienen a casa en la segunda parte del “campamento de verano", hicimos de esta invasión un hecho cinegético. Que consistente en poner en un plato los trocitos de grasa incrustada en los filetes que se están comiendo. Y cuando una avispa se posa a comer le ponemos rápidamente un vaso por encima y la atrapamos. Eso cuando hay suerte porque casi siempre se escapa. Excuso decir el alborozo de mis nietos cuando cobramos alguna pieza.

La verdad es que si lo piensa uno bien no deja de ser una putada segar una vida para apuntarse un tanto ¡que es lo que hacen los cazadores! Aunque la pieza sea tan pequeña. Y, precisamente por eso, el tamaño no puede ser un atenuante porque es admirable que unos bichos tan chicos tengan habilidades que pasman a uno. Esa magia relojera resulta verdaderamente prodigiosa. Y destruirla por el simple hecho de echar el rato es un acto bárbaro.

Por eso voy a proponerles que dediquemos nuestro talento cinegético a otros objetivos.

Si es que aparece un oso ¡lo matamos!

2 comentarios:

rubensan dijo...

Bueno, socio, puedes consolarte pensando que al cazar una avispa de esa forma no necesitas matarla. Así que puedes cazarla, luego soltarla, y has disfrutado igual sin tener que destruir una vida...

Saltes dijo...

Si, socio, eso es lo q hacen con las truchas.

Aunque a mí me parece mejor comerse uno la trucha frita a la navarra.

Las avispas no te las vas a comer, pero ¡la mala leche que se le tiene q poner a una avispa después de un rato recluida en el vaso, pienso q la puede hacer muy peligrosa!

Creo q lo mejor es esperar al oso.

1 fuerte abrazo.