Dejó dicho Saussure (¡qué buen tipo Saussure!) que los signos tienen dos caras: significado y significante. Que el significado es lo que interesa, pero que es intangible. Y el significante, que es la materialidad del signo, es un tributo inevitable. Pero es en lo único que podemos incidir para influir en los significados.
En realidad los signos no existen propiamente. O existen en la forma figurada en que existen Don Quijote o Dios. Existe el hecho de que la gente se entiende y se hace entender. Y a ese mecanismo de entendimiento le llamamos signo y teorizamos sobre él todo lo que nos da la gana.
Hay otro gran tipo que se llama Collingwood que vino a decir algo así como que las obras de arte no están colgadas en los museos, ni impresas en los libros, ni en los discos, ni salen de pinceles, plumas, instrumentos musicales, cámaras de foto, cine o vídeo. Sino que están en la mente de quien recibe los estímulos producidos por esos objetos y artilugios. Que con la ayuda de tales estímulos las producen ellos mismo. Y probablemente Las Meninas que vea una persona no sean la mismas Meninas que ve otra.
Con todo, las obras de arte, que son los significados de esos signos, no se pueden vender. Se venden los significantes y hay toda una industria montada en torno al comercio de tales significantes. Y como hasta hace poco quien quisiera el signo tenía que pagar por el significante, el lucro correspondiente a las ventas de esos signos estaba garantizado.
Pero la cosa ha cambiado, porque los significantes se han vuelto en muchos casos tan sutiles e intangibles como los significados. Y los magnates de la industria están que trinan. Y mandan a los “creadores” de sus cuadras al frente a pelearse en una lucha imposible ¡Pues espabílense, joder, e inventen otra cosa! Se quejaba Alex de la Iglesia en la tele de que antes del estreno ya estaban sus pelis encima de las mantas ¡pues yo digo lo que dice mi maestro, que las haga en 3D como Avatar verá como no se las copian!
La gente no roba cuando se baja cosas, está haciendo uso de unos aparatos carísimos y de unos servicios de telecomunicación, también caros, que paga religiosamente ¿O qué quieren, que la gente se gaste la pasta en meter más pasta propia en los bolsillos de esos anticuados empresarios?
Lo que no se puede admitir es que con algo que ha producido unos se forren otros ¡En eso estoy de acuerdo! De modo que aplíquense a terminar con los que suministran copias pirateadas a los manteros y eviten que estos vendan cosas ilegales. Y no vengan amenazando a la gente decente ¡Que persigan a los que especulan con logros ajenos! Pero no a los que usan lo que las nuevas tecnologías les ha puesto al alcance de la mano. Si es que a este paso no te van a dejar que prestes un libro. O pongas muchas veces el disco que has comprado. O te van a obligar a que no lo pongas demasiado alto, no lo vaya a escuchar el vecino por el morro.
Lo mismo que oyes la radio y ves la tele, ves, oyes y usas lo que puedes alcanzar con el ordenador. Y no delinques por ello, ni tienes por qué recibir amenazas de los poderes públicos.
Luego están con la matraca de los que venden falsificaciones de marcas. Bolsos de un millón de pelas a cuatro duros ¡Pero qué absurdo! Ponen los dientes largos y quieren que todo el mundo respete ese juego estúpido en los términos estrictos que más convienen a sus intereses ¡Está claro que un bolso de un kilo no es el de treinta duros, aunque lleve el mismo garabato! Y ponen a los maderos a perseguir esos delitos ¿Para eso pagamos impuestos?
Están con el rollo de que se pone en peligro la industria cultural. Eso es mentira. Lo que se pone en peligro es la industria casposa. Con esos sistemas anticuados de producción lo que se hace es reprimir, e impedir que se exprese quien le de la gana. Porque antes no había posibilidad metafísica de publicar más que lo que quisiera el dueño de la empresa editorial. En cambio ahora el publicar está tirado, y publica quien quiera lo que le de la gana. Sin más prohibición que la calumnia. Véase este blog para no ir más lejos. Si ven que con el negocio con el que se venía forrando se viene abajo ¡pues cambien de negocio y no jodan!
Yo vi una vez en una librería en Londres a un empleado que arrancaba la portada de los libros que no había vendido y acumulaba como papelote todo lo demás. Tales portadas eran las justificaciones de los libros no vendidos para liquidar con el proveedor. El resto, como digo, lo vendían como papelote. Aunque, bien pensado, para ellos papelote era todo, sólo que una parte la habían vendido más cara.
4 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo contigo jefe. Las leyes deberían adaptarse al progreso y no frenarlo a golpe de censura. Los creadores no tienen por qué salir perjudicados en esto, si realmente saben crear en el entorno en el que nos movemos ahora.
El juego ha cambiado. O cambias o te quedas fuera.
Y la poli a lo suyo, que aquí no pinta nada.
Por cierto soy "sanaysaxo" que me he tuneado un pelín el blog. Pero ya lo tunearé más.
Jefa, las leyes como están ahora parece q tan sólo persigue a los q hacen negocio con las ideas ajenas.
Pero es q las quieren modificar para prohibir q se haga uso de todo lo q no se ha pagado.
y antes de q las leyes se modifiquen tratan de confundir a todo el mundo y hacer creer q está prohibido lo q aú no lo está, con el propósito de q lo esté.
Pero es q quien promueve todo esto no son ls creadores en general, sino los empresarios de la "industria cultural" q ponen como pantalla la creación y movilizan a los poquitos creadores q tienen estabulados.
_"Majestad, hay gente que roba el arte"
...
_"¡qué les corten la cabeza!"
_"Pero Majestad, es que lo hacen porque se lo compran otros a los que les gusta"
...
_"¡pues que les corten la cabeza a esos!"
_"Majestad, a la gente que queda no le gusta el arte"
...
...
_"¡qué les corten la cabeza!"
¡Perfecto Anaïs!
La "autoridad" le quiere cortar la cabeza a todo el mundo, porque no tiene paciencia para desenroscársela, achucharle la barriga y sacarle la pasta.
Así q decapitando y pisando ¡misión cumplida!
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