El LAND ART es una modalidad artística que le pasa lo que a todas: que cuando se materializa en una obra buena está bien y si en una mala pues está mal. Pero por ser de ese estilo no va a ser necesariamente buena o necesariamente mala. Lo digo porque, como voy a contar, vimos una muy interesante. Que no creo que sea como tal considerada, pero que lo es realmente.
Hace una temporada fuimos a Olot a ver su zona volcánica, que es una de las tres que hay en la península Ibérica. Las otras dos son la del Cabo de Gata y la del Campo de Calatrava.
A mí el vulcanismo me fascina, por lo que tiene de catastrofista y porque muestra el parir de la madre Tierra que, como es sabido, es la madre que nos parió.
En Olot hay volcanes para parar un tren. Se ven verdes lomitas que son volcanes. Que no están muertos, tan sólo echando la siesta. Pero claro una siesta geológica puede durar… ¡un huevo!
Entre otros está el volcán Croscat que dicen que es el más alto de la Península Ibérica, y que ha sido bárbaramente mutilado al utilizarlo como cantera de un árido, componente del cemento, y lo han dejado como queda unas de esas tartas en forma de teta cuando le quitan una buena ración.
No es que yo sea uno de esos acérrimos ecologistas, pero me parece una putada. Lo que pasa es que de perdidos al río. Eso no tiene marcha atrás. A la isla de Santorini le pasó algo así pero por causas naturales. Lo que ocurre es que el de Olot es el efecto erosivo de la humanidad. Y ¿quién ha dicho que tal efecto no sea una causa natural?
Pero como dicen que ese volcán está sólo dormido, a lo mejor un buen día se despierta y suelta una colada que restaure la situación. Porque seguro será por donde lo han disminuido por donde la colada se cuele. Lo difícil es saber cuándo podría ocurrir tal cosa porque la última vez que entró en erupción fue en el paleolítico superior ¡A saber en qué estado se encontrará la humanidad cuando empiece a vomitar fuego y lava de nuevo!
Total, que en aquella ladera del volcán, que ha quedado jodida, ha intervenido magníficamente la mano del artista, que lamentablemente desconozco. Haciendo de la necesidad virtud. O mejor dicho, de la fechoría virtud. Os muestro unas imágenes.
Si no conocéis el sitio os recomiendo que lo visitéis. Con tiempo y calzado cómodo, porque hay mucho que ver. Y, consecuentemente, mucho que caminar.
Pero como dicen que ese volcán está sólo dormido, a lo mejor un buen día se despierta y suelta una colada que restaure la situación. Porque seguro será por donde lo han disminuido por donde la colada se cuele. Lo difícil es saber cuándo podría ocurrir tal cosa porque la última vez que entró en erupción fue en el paleolítico superior ¡A saber en qué estado se encontrará la humanidad cuando empiece a vomitar fuego y lava de nuevo!
Total, que en aquella ladera del volcán, que ha quedado jodida, ha intervenido magníficamente la mano del artista, que lamentablemente desconozco. Haciendo de la necesidad virtud. O mejor dicho, de la fechoría virtud. Os muestro unas imágenes.
Si no conocéis el sitio os recomiendo que lo visitéis. Con tiempo y calzado cómodo, porque hay mucho que ver. Y, consecuentemente, mucho que caminar.
2 comentarios:
Pues sí. Yo también estuve viendo el Croscat y está fenomenal. Y es que el Land Art mola. Bueno, como dices, cuando lo hacen bien como todo... ¡Pero anda que no tienen ocasión los ingenieros de caminos de hacer obras de Land Art! Por eso cuando dicen que los ingenieros no necesitan formación artística yo alucino, porque a mi me parece fundamental. ¡Y qué gusto da verlo cuando lo hacen bien!
Efectivamente Ana.
Un ingeniero de caminos amigo mío de hace un porrón de años, que se llama Antonio López Peláez, hace una intervenciones de land art cuando hace sus obras en León q molan muchísimo.
Es q se poinga uno como se ponga, las obras de esos ingenieros o son land art o son una puta mierda que destruyen el paisaje.
Lo q ocurre q la mayoría de ese gremio, como saben tanto de la técnica relativa a sus obras y tan poco de arte, hacen las barrabasadas q hacen ¡y ni se enteran!
Porq no saben q se puede ser sabio e ignorante en una pieza.
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