Huelva no tiene estrellas en el cielo.
Esta es una afirmación incuestionable. No hay más que mirar para arriba y se comprueba. Se podrá inferir que ese cielo, como todos, está cuajado de estrellas. Pero verlas. Lo que se llama verlas. Es imposible.
La única estrella que se ve, que no es una estrella, es el Lucero de la Tarde o el Lucero de la Mañana. Se trata del planeta Venus. Del que decía Nico, mi nieto, que “allí hace mucho calor”. Casi gemelo de la Tierra, es el único planeta que gira en el sentido contrario. Lo que indica, supongo, que es un astro díscolo. Pero, por lo que se ve, leal. Nos hace compañía desde el ocaso a la aurora en circunstancias adversas por las que el resto de la astronomía queda excluida.
Y ¿cuáles son esas circunstancias adversas?
Los vertidos al aire del llamado eufemísticamente “polo químico de desarrollo”. Que no son los únicos porque también los hay, al río, al mar y a la tierra.
En la carretera de la Punta del Sebo perduran obsoletas industrias. Algunas ya cadáver, como la fábrica de abonos químicos, con las cintas de transportes agujereadas e inservibles y los muelles rotos y la antigua central eléctrica oxidada e inerte ¿Por qué no las desguazan? ¿Por qué no levantan esos cadáveres? ¿Hay algún juez que se ha quedado dormido?
No es que esté contra el progreso, que tiene sus servidumbres, y alguien tiene que cargar con el mochuelo. Pero habrá que esforzarse un poco en reducir los daños colaterales ¿no?
La “solución” que han arbitrado es de índole “estética”. Porque la nueva central térmica, emplazada junto a los restos mortales de su precedente ¡y mucho más grande! Está pintada con lo colores patrios y tiene un poema escrito de Juan Ramón. Deben pensar que “una buena capa todo lo tapa” ¡Cómo abusan de Juan Ramón!
Pero ¿no se dan cuenta que no se que puedan ocultar con versos semejante estropicio? Como la gigantesca balsa de vertidos que han formado cerca del Monumento a la Fe en la Punta del Sebo (¡tela del telón del cine Colón!) que parece que es, y puede que sea, una fuente de venenos radiactivos y químicos que está intoxicando y llevando a La Soledad a mis paisanos. Dicen los que la han perpetrado que es inocua. Y los ciudadanos que inicua. Pero lo primeros se oponen, como gato panza arriba, a salir de la duda.
Lo que han conseguido ocultar son las estrellas ¡como un ciego escarnio! y ha quedado a la vista una exigua astronomía. Compuesta tan sólo por la Luna, Venus y el Sol.
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