Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 8 de diciembre de 2008

Mazo de siglos.

VIVIR EN TRES SIGLOS.

Ya se que nadie puede vivir 300 años, y son raros los que pueden vivir un poco más de 100. Pero vivir en dos siglos es fácil ¡Nos viene pasando a todos!

Vivir en tres ya parece imposible. Pero los siglos se solapan. O ¿es que ahora que estamos en el XXI no queda nada reconocible del XX? ¡Lo que cuesta reconocer es lo que hoy hay "ex novo" exclusivo del XXI! Posiblemente el XIX se solaparía demasiado sobre el XX en nuestro país que pudo sufrir dramáticos retrasos debido a catástrofes históricas, como las del 98 y del 36.
Bien pudo solaparse el XIX sobre la mitad del XX. De modo que los que nacieran en el año 40 podrían vivir en tres siglos: En el último tramo del siglo solapado, en la mitad del propio (propiamente dicho) y en el siguiente ¡Y eso es exactamente lo que me está pasando a mí!

El problema está en poder comprobarlo.

Porque si hubiera gente que viviera doscientos o trescientos años se podría recurrir a ellos ¡Pero no hay!

Recurramos al arte. Generalmente después del telediario de la tarde sintonizamos TeleMadrid y vemos, entera o sólo un trozo, la enésima película del oeste que ponen cada día. Y la mayoría de estas películas están ambientadas en el siglo XIX. Y como parece que están magníficamente documentadas, puede que sean fieles representaciones de hechos ocurridos en el siglo XIX. Y el panorama que en esas pelis se representa es calcado al que yo recuerdo perfectamente en la Huelva del segundo lustro de la década de los cuarenta y en prácticamente toda la siguiente.

Ergo he podido vivir en el siglo XIX. Lo he vivido, lo he palpado, me ha envuelto.

La verdad es que se parecía muy poquito al Siglo XX propiamente dicho. Mucho adoquín por la calle. Mucho mulo, mucho burro y mucho caballo. Y muchos cagajones en los adoquines empapando el ambiente de ese aroma dulzón tan característico.

También había mucho mantón negro en las mujeres. Espeso en invierno y tenue manto transparente en el verano, aunque sobre otro algo más opaco pero ligero. Negro zaino o color “ala de mosca”.

En los hombres no era tan frecuente en la clase obrera la imagen castellana de la boina negra, como el sombrero cordobés, negro o gris, o la gorra. Y el traje, en la más acomodada, o en la que tenía más voluntad de acomodarse.

El despliegue mayor de indumentaria era el religioso, junto con el castrense.

Los curas, tonsurados, con sotana, manteo o gabán. Eso de diario, porque en desfile procesional era ya una exageración.

Las monjas era un despliegue el que hacían. Se llevaban la palma las de San Vicente Paul con esas alas blancas enormes sobre la cabeza. Pero a mí me impresionaban unas que creo que eran la Adoratrices. Iban en parejas, y las acompañaban, por detrás, una sirvienta. Las monjas llevaban el rostro enmarcado por una golilla, como la de Cervantes; pero más menudita. El hábito creo que era marrón, y el manto negro, me parece. Las sirvientas vestían de forma aún más espectacular. Lo más vistoso era el peinado, con raya en medio y dos gruesas trenzas que se recogían arriba, un poco como la Dama de Elche. Creo que llevaban un vestido de rayitas azules y blancas, con delantal y mantón negro y un enorme canasto de mimbre con un trenzado que hacía juego con el de la cabeza.

La clase militar no iba a la zaga. Había muchos soldados por todos los sitios, de caqui y con el gorrillo ese con la borla inquieta. Los oficiales y los suboficiales con sus estrellas y sus galones. Y los policías: los grises y los municipales.

Aparte de la gente uniformada, era también muy decimonónico el transporte. Predominantemente de tiro animal. Muchos carros de mulas, muchos coches de caballos, pocos automóviles y muy antiguos. Los barcos de pesca pequeños eran de vela, los mayores y los cargueros de vapor, como el ferrocarril, aunque ya se empezaba a imponer los motores de combustión interna y los eléctricos. La iluminación era totalmente eléctrica, pero se inventó en 1882 y se extendió rápidamente, o sea que es más decimonónica de lo que parece.

Del XX y del XXI ¿qué os voy a decir que no sepáis? Pero lo más llamativo del pasado es que no ha pasado del todo y yo lo he podido ver en casi todo su esplendor.

Y a lo mejor vosotros, los más jóvenes, también.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí que es curioso esto del tiempo, o la percepción que tenemos del tiempo, sobre todo si se piensa en la relación que tiene con el espacio. Porque no solo como dice en tu entrada se pueden vivir distintas épocas por lo que queda de ellas en el mismo lugar, sino que puedes ver en el mismo tiempo y en distintos lugares distintas percepciones de tiempo. Sobre todo con la globalización, que todo parece que va a un futuro común. De esta forma, los chinos pueden ver en España como será China en unos años, y no sé si nosotros podemos ver nuestro futuro en Japón (que no he estado). Es como ir a un vidente cogiendo un vuelo de bajo coste.
En unos años ir a China será como ir a la Gran Vía... Pues vaya...

Anónimo dijo...

Cuando ir a China sea como ir a la Gran Via supongo que habremos perdido toda la curiosidad y la excitación que produce viajar ó conocer alguna persona nueva...buscaremos sustitutos virtuales capaces de sorprendernos y cada vez serán mas heavys. Vete a saber si con el desarrollo de la tecnologia virtual llegaremos a a vivir no tres siglos sino toda la historia de la humanidad,por capitulos y en el tiempo que nos deje el trabajo. Enchufados a una maquina claro. Podría ser divertido, lo malo es que sería de mentira.

Saltes dijo...

Queridos Ana y Edu:

El tiempo no sólo es cronológico sino que también es climático.

Y no creo que sean dos acepciones distintas de esa palabra sino, más bien, dos dimensiones distintas, que tienen un punto común, ya que, por ejemplo el tiempo de diciembre es cronológico, pero también es climático. De modo que en Madrid es invierno, con un frío de cojones, y en Gran Canaria, donde también es invierno, y de donde acabamos de llegar, hace un calorcito cojonudo.

En realidad tiene tres dimensiones el tiempo. La tercera es la espacial. Ya es sabido el embrollo existente al respecto, del que me ocuparé hoy mismo en el siguiente post. Porque claro "ahora" en Madrid no es lo mismo que "ahora" en Canarias.

Y que espacio y tiempo tienen que ver desde punto y hora que ahora es una hora menos en Canarias.

Eso que decís que viaja uno por los sitios y es como si se viajara por el tiempo es verdad. Cuando fuimos por America del Sur hace unos cuarenta años íbamos por ejemplo a Bogotá y parecía España de los 60, y Lima parecía España en los 50 y N.Y. parecía una España que no había llegado todavía ¡y así ha sido! con los centros comerciales y toda esa movida.

Ahora que no hay que menospreciar lo cotidiano ¡la Gran Vía está Q. T K GAS! Habría que salir a la calle y verlo todo con ojos de guiri ¡se ahorra mucho!

Anónimo dijo...

Very good!

Rafael Trelles dijo...

Querido Tomás:
Me llamo Rafael Trelles, soy un artista puertorriqueño.
Cuando tenía 13 años tú fuiste mi maestro de pintura junto a un cura de apellido Salamanca. Seguramente no te acuerdas, pero fuiste el primer maestro que me puso en las manos un libro de historia de arte moderno. Me llamó mucho la atención que dominaras tanto el dibujo y la pintura académica como la abstracción geométrica y la caricatura. Tu consejo, ejemplo y tu buen humor marcaron profundamente mi formación como artista. Por todo ello GRACIAS!!
Me alegro mucho encontarte en el cyberespacio.
Un abrazo desde Puerto Rico!