Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

jueves, 13 de diciembre de 2018

Aliarse o morir.



LA MARGULIS.

Lo he dicho algunas veces que no soy feminista.

Ni machista.

Soy humanista.

Partidario de la HUMANIDAD.

Es decir de ese ente simbiótico formado por hombres y mujeres. O mujeres y hombres, que tanto monta.

Estamos viviendo tiempos miopes en los que se adjura de lo heterogéneo para entregarse en cuerpo y alma a lo homogéneo. Tiempos en los que las alianzas están proscritas. Salvo las que se forman entre opciones muy parecidas: solo entre la derecha, solo entre la izquierda, solo entre constitucionalistas, solo entre nacionalistas. Y las alianzas entre concepciones muy distintas están proscritas por traicioneras.

Por eso encuentro ridículo que cuando una acción notable la ha ejecutado un hombre cualquier otro hombre se siente coautor en cierto modo, y cuando una mujer ¡pues lo mismo!

En todo caso si la ha ejecutado una persona humana pues debe despertar empatía en todos los humanos, hombres o mujeres.

Pero bueno, aunque solo sea por destruir la falsa doctrina de que solo son hombres los creadores prestigiosos no está de más resaltar que son mujeres las autoras de brillantes hazañas. Y está muy bien que se eleven en altos pedestales a mujeres meritorias.

¡Pero a veces se producen imperdonables olvidos! Y convencidas feministas no tienen NPI de la existencia de figuras femeninas de un relieve extraordinario.

Tal es el caso de Lynn Margulis, antes Lynn Sagan (puesto que estuvo casada con Carl Sagan) y de soltera Linn Petra Alexander. Científica americana de ascendencia griega.

La Margulis encarna el último hito del evolucionismo ¡nada menos!

El primer hito fue Lamarck. Puesto que fue el primero que cayó en la cuenta de la evolución de las especies. Pero cometió un pecado: creer que los hábitos reiterados de los especímenes quedaban marcados en su herencia. A ese pecado se le llama lamarckismo y le cayó encima el anatema la maldición y el descrédito.

El segundo fue Darwin ¡el gran triunfador! También defensor del evolucionismo pero defendía que los cambios que determinan la evolución se producen fortuitamente. De modo que los especímenes con cambios fortuitos favorables determinaban el progreso evolutivo.

El tercero el colectivo de los neodarwinistas que son dawinistas radicales que creen que la evolución es el mero producto del azar ciego más absoluto. De modo que según esa doctrina    se podría escribir el Quijote sacando un número infinito de palabras al azar.

Y el cuarto, y último hito, por el momento, fue Margulis quien admitiendo que las modificaciones genéticas son fortuitas, se producen simbiosis, conformando seres colectivos con cualidades inéditas. Lo cual la acerca a Lamack, de modo que si los individuos no pueden evolucionar a voluntad sí que pueden aliarse voluntariamente para evolucionar en común.

El caso típico archiconocido es el de los líquenes simbiosis de alga y hongo. Pero eso no ocurre solo con los líquenes ¡ocurre siempre!

¿En nosotros también?

¡Pues claro!

Porque somos complejos simbióticos de millones y millones de células.

Células eucariotas. Es decir células con núcleo y mitocondria y se cree que ambos son asociaciones simbióticas de antiguas células, y puede que haya más.

Todo eso es muy discutible, pero es menos discutible que vivimos gracias a la asociación simbiótica con una enormidad de bacterias y de arqueas que forman la llamada flora intestinal sin cuyo concurso ¡no podríamos hacer la digestión! no digo más.

Dos moralejas:

Una que habría que tener en mayor consideración a la Margulis.

Otra que transar, pactar y aliarse entre diferentes no es traicionero ¡es lo suyo!




No hay comentarios: