Este post nª197 del Salterio se lo dedico a los amigos que lo siguen, deseándoles unas felices Navidades. CONTRABANDISTAS.
Ya se que el contrabando esta muy mal visto, pero es tal la corriente bien pensante que nos invade que ha perdido ese halo romántico que tenía antiguamente. Recuerdo haber oído fandangos preciosos sobre contrabandistas:
Por aquella serranía
¡cuantas tormentas de mayo!
yo he visto la cruz del rayo,
de contrabando venía
galopando en mi caballo
Al atravesar la sierra
Mi caballo me mataron.
Cargado de contrabando
por un tiro vino a tierra
¡cuanto le llevo llorado!
Una ronda la alcanzaba.
Mi jaca de muerte herida
murió salvando mi vida.
Yo por la suya lloraba
¡qué pena de jaca mía!
Yo por al contrabando tengo una inevitable simpatía que comprenderéis cuando os diga que si no hubiera sido por el contrabando y por el espionaje no estaría yo aquí ahora contando todo esto.
Nací en el 40 ¡menudo año! Fue la época del hambre más terrible. Mi padre trabajaba en el puerto de Huelva y un amigo suyo del puerto de Ayamonte le pasaba latas de leche en polvo que le facilitaba el vicecónsul de Inglaterra en Villarreal de Santo Antonio en Portugal. Y así me iban alimentando.
Me contaba mi padre que un día recibió un lote muy grande porque al vicecónsul en cuestión lo habían sacado de la circulación por ser espía de Su Graciosa Majestad y el hombre antes de hacer mutis por el foro tuvo el detalle de hacer un esfuerzo y enviar toda la leche que pudo. Comprenderéis que una cosa así no se olvida.
En esa época de la II Guerra Mundial y en esa zona fronteriza entre España y Portugal, simpatizantes de Alemania e Inglaterra respectivamente se producía mucho contrabando con gran despliegue de ingenio.
Lo más gracioso que he oído se produjo en la sierra, en la misma línea fronteriza. No se si la bronca la empezaron unos portugueses que llamaron fascistas a los españoles que andaban por allí o fueron los españoles que llamaron a los portugueses no sé qué. Total, que unos dijeron que fascista será tu puta madre, y otros cosas parecidas y acabaron calentándose y agarraron unas piedras y empezaron a apedrearse furiosamente de lado y lado. Al escasear los proyectiles acudieron más españoles con canastos llenos de piedras que iban arrojando con ira a los portugueses.
La escaramuza verbal y lítica duró un buen rato. Por la noche acudieron los portugueses al lugar y recogieron las piedras que eran de mineral de volframio, indispensable para la fabricación de blindados, que es un material escasísimo y valioso ¡y más en tiempos de guerra! que abunda en las minas onubenses. De modo que el contrabando pasó desapercibido a los guardias civiles presentes que sin duda elogiarían el patriotismo de aquella gente.
Otro caso también muy gracioso que ocurría también en la frontera de Portugal, pero en Galicia me lo contaba mi amigo Emilio. Resulta que iban los contrabandistas con sus mulas cargadas de contrabando y cuando aparecían los guardias civiles los contrabandistas salían corriendo pero perdían la carga porque los guardias se hacían con las mulas.
Entonces los contrabandistas perfeccionaron el invento porque amaestraron a las mulas del siguiente modo: se metía uno de ellos en la cuadra vestido de guardia civil y le daba a cada mula tal cantidad de estacazos que aquellos animales quedaban picardeados. De modo que cuando iban por el monte aquellos animalitos escarmentados si veían algún guardia civil salían corriendo poniendo la carga a salvo.
Eran otros tiempos y otras maneras.
Nací en el 40 ¡menudo año! Fue la época del hambre más terrible. Mi padre trabajaba en el puerto de Huelva y un amigo suyo del puerto de Ayamonte le pasaba latas de leche en polvo que le facilitaba el vicecónsul de Inglaterra en Villarreal de Santo Antonio en Portugal. Y así me iban alimentando.
Me contaba mi padre que un día recibió un lote muy grande porque al vicecónsul en cuestión lo habían sacado de la circulación por ser espía de Su Graciosa Majestad y el hombre antes de hacer mutis por el foro tuvo el detalle de hacer un esfuerzo y enviar toda la leche que pudo. Comprenderéis que una cosa así no se olvida.
En esa época de la II Guerra Mundial y en esa zona fronteriza entre España y Portugal, simpatizantes de Alemania e Inglaterra respectivamente se producía mucho contrabando con gran despliegue de ingenio.
Lo más gracioso que he oído se produjo en la sierra, en la misma línea fronteriza. No se si la bronca la empezaron unos portugueses que llamaron fascistas a los españoles que andaban por allí o fueron los españoles que llamaron a los portugueses no sé qué. Total, que unos dijeron que fascista será tu puta madre, y otros cosas parecidas y acabaron calentándose y agarraron unas piedras y empezaron a apedrearse furiosamente de lado y lado. Al escasear los proyectiles acudieron más españoles con canastos llenos de piedras que iban arrojando con ira a los portugueses.
La escaramuza verbal y lítica duró un buen rato. Por la noche acudieron los portugueses al lugar y recogieron las piedras que eran de mineral de volframio, indispensable para la fabricación de blindados, que es un material escasísimo y valioso ¡y más en tiempos de guerra! que abunda en las minas onubenses. De modo que el contrabando pasó desapercibido a los guardias civiles presentes que sin duda elogiarían el patriotismo de aquella gente.
Otro caso también muy gracioso que ocurría también en la frontera de Portugal, pero en Galicia me lo contaba mi amigo Emilio. Resulta que iban los contrabandistas con sus mulas cargadas de contrabando y cuando aparecían los guardias civiles los contrabandistas salían corriendo pero perdían la carga porque los guardias se hacían con las mulas.
Entonces los contrabandistas perfeccionaron el invento porque amaestraron a las mulas del siguiente modo: se metía uno de ellos en la cuadra vestido de guardia civil y le daba a cada mula tal cantidad de estacazos que aquellos animales quedaban picardeados. De modo que cuando iban por el monte aquellos animalitos escarmentados si veían algún guardia civil salían corriendo poniendo la carga a salvo.
Eran otros tiempos y otras maneras.
2 comentarios:
Me ha encantado el anecdotario matutero, especialmente lo del contrabando de wolframio; alto espionaje estratégico convertido en una bulla en la raya, pura "raza" celtibérica haciendo historia.
Feliz solsticio y salud a esa isla estuaria que está en la ría de Madrid.
Querido Jorge: ¡conocemos el percal!
Feliz solsticio (¡q es jodido! yo prefiero el siguiente) en esa ría auténtica. A mi esta, tan sequerona me gusta.
Un abrazo.
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