Este post nº 134 del Salterio se lo dedico a Don Alfonso. NADA DE ESTO PASARÁ DE LARGO PORQUE LO TENGO FONDEADO.
Hace unos días he tenido una alegría de las que hacen época, porque se da muy raramente. Una vez cada medio siglo.
Suena el teléfono en casa. Preguntan por mí. No estoy. Me dicen cuando llego que es un profesor mío del instituto ¡Hace más de cincuenta años! Y que llamará más tarde.
¡Qué excitación! ¡Quien será? Que si fulano, que si mengano. Y efectivamente más tarde suena el teléfono.
Es mi profesor de historia de PREU.
Es un hombre cariñosísimo que cuenta que ha llegado a sus manos un libro producido con motivo del 150 aniversario de la fundación del instituto. Cuando yo estudiaba 6º fue el centenario, pero a mí me pasó desapercibido porque toda la celebración consistió en un artículo en el periódico local, El Odiel, y una comida que celebraron los profesores (tengo que decir que el profesor que me llamó es “inocente” porque llegó un año más tarde).
El libro en cuestión, que tiene dos tomos. Y es -entre otras cosas- una historia de Huelva, desde que Huelva es tal como capital y como provincia. Por lo que lo hace especialmente interesante para los onubenses en particular y para los historiadores en general.
Entre las glorias que tiene este instituto está la de haber acogido, no en sus clases, sino en sus exámenes libres a la primera chica que estudió bachillerato en España, en la sexta década del siglo XIX. La siguiente fue en Barcelona un año más tarde. También ha pertenecido a su claustro la poetisa Ángela Figuera. Allí estudió el pintor José Caballero. Y también se examinó libre Juan Ramón Jiménez. Pero eso me parece que tiene menos mérito ¿Dónde se iba a examinar, si era de Moguer? Hombre podrían haberlo llevado a Sevilla, pero le cogía más a tras manos. Aunque creo que luego estudió allí el bachillerato en un colegio religioso ¡tendría que mirar el libro.
El título de este libro es: “EL INSTITUTO LA RÁBIDA. 150 años de Educación y Cultura en Huelva”. Y su autor es Juan Antonio González Márquez, profesor actual del Instituto, como editor. Y me consta que de haber escrito él sólo todo el libro, y no sólo una parte, le hubiera costado menos trabajo que lidiar con tanta gente.
El caso es que Juan Antonio tuvo la amabilidad de invitarme a participar con dibujos, con textos o con lo que quisiera. Participé con unos dibujos. Dos de ellos eran caricaturas de los profesores, que hice de memoria porque los recuerdo como si los acabara de ver, y que figuran en este post. Y también con una crónica de los 7 años en los que estuve en esa docta casa. Por la que tengo un cariño y una gratitud infinitos, porque ese fue el molde donde me configuré y, francamente, me gusta como he quedado.
Centro el interés de mi texto en los profesores. Y dedico al profesor que tan cariñosamente me ha llamado hace unos días el párrafo que os muestro a continuación. Que está en dos partes porque sale en dos páginas del libro.
Suena el teléfono en casa. Preguntan por mí. No estoy. Me dicen cuando llego que es un profesor mío del instituto ¡Hace más de cincuenta años! Y que llamará más tarde.
¡Qué excitación! ¡Quien será? Que si fulano, que si mengano. Y efectivamente más tarde suena el teléfono.
Es mi profesor de historia de PREU.
Es un hombre cariñosísimo que cuenta que ha llegado a sus manos un libro producido con motivo del 150 aniversario de la fundación del instituto. Cuando yo estudiaba 6º fue el centenario, pero a mí me pasó desapercibido porque toda la celebración consistió en un artículo en el periódico local, El Odiel, y una comida que celebraron los profesores (tengo que decir que el profesor que me llamó es “inocente” porque llegó un año más tarde).
El libro en cuestión, que tiene dos tomos. Y es -entre otras cosas- una historia de Huelva, desde que Huelva es tal como capital y como provincia. Por lo que lo hace especialmente interesante para los onubenses en particular y para los historiadores en general.
Entre las glorias que tiene este instituto está la de haber acogido, no en sus clases, sino en sus exámenes libres a la primera chica que estudió bachillerato en España, en la sexta década del siglo XIX. La siguiente fue en Barcelona un año más tarde. También ha pertenecido a su claustro la poetisa Ángela Figuera. Allí estudió el pintor José Caballero. Y también se examinó libre Juan Ramón Jiménez. Pero eso me parece que tiene menos mérito ¿Dónde se iba a examinar, si era de Moguer? Hombre podrían haberlo llevado a Sevilla, pero le cogía más a tras manos. Aunque creo que luego estudió allí el bachillerato en un colegio religioso ¡tendría que mirar el libro.
El título de este libro es: “EL INSTITUTO LA RÁBIDA. 150 años de Educación y Cultura en Huelva”. Y su autor es Juan Antonio González Márquez, profesor actual del Instituto, como editor. Y me consta que de haber escrito él sólo todo el libro, y no sólo una parte, le hubiera costado menos trabajo que lidiar con tanta gente.
El caso es que Juan Antonio tuvo la amabilidad de invitarme a participar con dibujos, con textos o con lo que quisiera. Participé con unos dibujos. Dos de ellos eran caricaturas de los profesores, que hice de memoria porque los recuerdo como si los acabara de ver, y que figuran en este post. Y también con una crónica de los 7 años en los que estuve en esa docta casa. Por la que tengo un cariño y una gratitud infinitos, porque ese fue el molde donde me configuré y, francamente, me gusta como he quedado.
Centro el interés de mi texto en los profesores. Y dedico al profesor que tan cariñosamente me ha llamado hace unos días el párrafo que os muestro a continuación. Que está en dos partes porque sale en dos páginas del libro.
3 comentarios:
¡Estás cosas sólo te pasan a ti, jefe!
Si jefa, es q me pasan cosas cojonudas. Ni voy al cine ni casi leo. Pero es q no lo echo de menos.
¡Eso es vida!
Publicar un comentario