UNA MUÑECA VENGADORA.
Esta es la segunda vez que sale Lugan a esta palestra, también por razones robóticas. (La vez anterior fue en la entrada titulada “Amigos de postín” del 3 de junio de 2007). Esta vez el ser inanimado que animó fue un maniquí, esas muñecas de tamaño natural que ponen en los escaparates. Y también fue Mario Barberá, quien le proporcionó la pieza a trasformar. (Digo “también” porque la lectora de cintas del “robot” descrito anteriormente tuvo el mismo proveedor, lo que pasa es que por no alargarme mucho no os lo presenté, pero lo hago ahora.)
Mario Barberá es un amigo de postín, ¡de mucho postín! Ya que es un dandi que vive en un piso racionalista en Chamartín, con “Mirós” en la cocina, “Picassos” en el baño, un Tapies en el salón y otro Miró dedicado en la entrada ¡y muchas más cosas! Entre las que destaca una colección de “Huevos de grandes artistas” consistente en huevos de avestruz pintados por grandes artistas. De esta colección la pieza principal es sin duda el huevo de Joan Miró.
Le gusta jugar con damas y tuvo un amable “affaire” con una bruja: Estando, en viaje de trabajo en Niza, alojado en el lujoso Hotel Negresco se dio con un colega una escapada, en un descapotable -naturalmente- a Montecarlo. En una de esas “corniches” había una anciana haciendo autostop.
Pararon “¿Son españoles?, vengo del cine club, voy a casa que está en tal sitio” “Está de camino, la llevamos” “¿A dónde van ustedes?” “Al casino”. “No vayan allí se pierde siempre, los que conozco se arruinan” “No, vamos a apostar muy poco, no se preocupe”. “Bueno, en tal caso apuesten al 8”
Jugó Mario, tan sólo 100 ó 200 francos, en una sala que hasta las 12 admiten apuestas más pequeñas, apostando de modo que cubría el 8 e infaliblemente ganaba. Consiguió doblar la apuesta inicial, acumulando 400 francos ¡que no está mal! y a las 12 cerraron la sala de apuestas reducidas.
Optimista se creyó invencible, pasó a la sala de apuestas mayores ¡y lo perdió todo! ¡¡¡Joder con la vieja, me ha timado!!! Y es que no se había dado cuenta de que estaba bajo el síndrome de Cenicienta, y a las 12 se quebró el encanto.
Presentado el personaje viene al caso decir que a finales de los sesenta era el hombre de IBM en el Centro de Cálculo que esa compañía había donado, o algo por el estilo, a la Universidad de Madrid (hoy Complutense). En dicho centro. se celebraba, entre otros, el Seminario de Generación de Formas Plásticas, en cuyo seno nació el robot gruñón de Lugan al que ya me referí en el citado post. MB está muy puesto en informática y también en arte.
Le encargaron la organización de un congreso de IBM, y para la parte lúdica se le ocurrió comprar 24 maniquís que repartió entre 24 artistas para que los modificaran y hacer con ello obras de arte. Uno de los maniquís tenía un motor que le otorgaba movimiento al busto ¡este para Lugán! No cabía la menor duda.
Mario Barberá es un amigo de postín, ¡de mucho postín! Ya que es un dandi que vive en un piso racionalista en Chamartín, con “Mirós” en la cocina, “Picassos” en el baño, un Tapies en el salón y otro Miró dedicado en la entrada ¡y muchas más cosas! Entre las que destaca una colección de “Huevos de grandes artistas” consistente en huevos de avestruz pintados por grandes artistas. De esta colección la pieza principal es sin duda el huevo de Joan Miró.
Le gusta jugar con damas y tuvo un amable “affaire” con una bruja: Estando, en viaje de trabajo en Niza, alojado en el lujoso Hotel Negresco se dio con un colega una escapada, en un descapotable -naturalmente- a Montecarlo. En una de esas “corniches” había una anciana haciendo autostop.
Pararon “¿Son españoles?, vengo del cine club, voy a casa que está en tal sitio” “Está de camino, la llevamos” “¿A dónde van ustedes?” “Al casino”. “No vayan allí se pierde siempre, los que conozco se arruinan” “No, vamos a apostar muy poco, no se preocupe”. “Bueno, en tal caso apuesten al 8”
Jugó Mario, tan sólo 100 ó 200 francos, en una sala que hasta las 12 admiten apuestas más pequeñas, apostando de modo que cubría el 8 e infaliblemente ganaba. Consiguió doblar la apuesta inicial, acumulando 400 francos ¡que no está mal! y a las 12 cerraron la sala de apuestas reducidas.
Optimista se creyó invencible, pasó a la sala de apuestas mayores ¡y lo perdió todo! ¡¡¡Joder con la vieja, me ha timado!!! Y es que no se había dado cuenta de que estaba bajo el síndrome de Cenicienta, y a las 12 se quebró el encanto.
Presentado el personaje viene al caso decir que a finales de los sesenta era el hombre de IBM en el Centro de Cálculo que esa compañía había donado, o algo por el estilo, a la Universidad de Madrid (hoy Complutense). En dicho centro. se celebraba, entre otros, el Seminario de Generación de Formas Plásticas, en cuyo seno nació el robot gruñón de Lugan al que ya me referí en el citado post. MB está muy puesto en informática y también en arte.
Le encargaron la organización de un congreso de IBM, y para la parte lúdica se le ocurrió comprar 24 maniquís que repartió entre 24 artistas para que los modificaran y hacer con ello obras de arte. Uno de los maniquís tenía un motor que le otorgaba movimiento al busto ¡este para Lugán! No cabía la menor duda.
El maniquí quedó fenomenal, con los ojos luminosos y de los brazos que tenía adelantados pendían unas finas cadenas que hacían contacto con dos barras metálicas delgadas de unos 20 centímetros que salían de las caderas como si fuera el manillar de una moto o de una bici. Tales barras estaban conectadas a un enchufe eléctrico, y cuando les rozaban las cadenitas enviaban electricidad a un voltímetro que tenía en mitad del pecho simulando el ritmo cardiaco, mientras que los ojos parpadeaban ¡muy logrado!
Tras aquel congreso la obra se expuso en una colectiva titulada “Eros y el Arte actual en España” en la prestigiosa galería Vandrés, que se inauguró el 18 de junio de 1971. Era aquella una época en la que se toleraban pocas frivolidades- Denunciaron la exposición, intervino la policía, retiraron algunas obras. A una que representaba un niño enseñando la colita le pusieron un taparrabos, y a Fernando Bijande que era el dueño de la galería le intentaron condenar a pagar una multa por escándalo público. Pero el juez, que debía ser más progre de lo que le correspondía a la época, lo exoneró argumentando que el erotismo ya estaba en el Museo del Prado y que por ello no tenía sentido la pretendida multa.
La obra de Lugán, que no sufrió represalia alguna, se la quería quedar Bijande pero se la quedó Mario y se la llevó a Ibiza a una boutique, llamada Barbarisa, que tenía con Marina (de ella hablamos en el citado post) y allí quedó el maniquí reinando en aquel establecimiento con todo su despliegue cinético y lumínico.
En realidad vino a sustituir a otro maniquí que tuvo un dramático final.
El maniquí en cuestión representaba a una negra muy hermosa, una auténtica escultura. Una mañana llaman a Mario y le dicen que ¡habían violado a la muñeca! Parecía imposible, pero fue real. Efectivamente habían entrado de noche y la habían violado, la habían estropeado y dejado fluidos corporales que hacía indudable un hecho tan extraño.
No robaron nada, salvo un par de curiosas tarjetas postales, que sirvieron para identificar al autor de la agresión, porque las encontraron en un registro en el domicilio de uno que detuvieron robando en un supermercado. Se trataba de un currante que se había desplazado a Ibiza para trabajar (y para hacer el cafre en los ratos libres).
En lugar de la negra pusieron a la muñeca modificada por Lugán. Pasó algún tiempo y curiosamente también quisieron forzarla. Efectivamente un día lluvioso, entró un tío en la tienda gritando ¡a esa me la follo yo! Le atacó por detrás, agarrando las barras descritas para darse mayor impulso ¡y no pudo consumar ese acto tan infame porque cayó al suelo electrocutado! Al traer los pies mojados y sujetar tan firmemente las barras conectadas a la electricidad recibió un calambrazo de cojones… Creo que al menda aquel consiguieron recuperarlo con no pocos esfuerzos.
Cuando se enteró Lugan dijo convencido que aquella muñeca ¡se había defendido de una agresión sexual! Y además había vengado a su congénere.
3 comentarios:
Vaya, es un post complicado, nadie sabe qué decir...
Pues sí que es un poco gore... Pero bueno, mejor que sean maniquies...
Oye, Mario Barberá hacía cosas relacionadas con el arte concetual, performances y cosas así, no? ¡Pues vaya performance conceptual que salió esta vez!
Lo mejor, la venganza de la obra de Lugán!! A ver si es que es verdad que les da vida a las máquinas(como la máquina que contaste en la otra entrada, que le silbaba a vuestra amiga y le ladraba a Franco). ¡Este Lugán es un mago!
Si es una especie de dramatismo mecánico ¡y menbos mal! Me pidió Lugan que lo contara, y es interesante, pero muy gore. Mario, que yo sepa, no se ha dedicado a la "creación artística" directamente, pero si indirectamente a través de ediciones artísticas y cosas por el estilo.
Lo bueno que tiene esto es que nunca sabe uno por donde va a salir.
Besos a las dos.
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