Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

sábado, 15 de junio de 2013

Reciclar.




"LA YOGURTERA" 

Leí, no sé donde, algo que me encantó, que invertía el orden de los dos primeros principios de la termodinámica, de modo que lo primero es la ENTROPÍA. Que es lo que se pierde a efectos prácticos en toda transformación.

Y  el segundo es que la materia y la energía ni se crean ni se destruyen, sino que se transforman. Aunque, según el primer principio parte se pierde a efectos prácticos.

En casa la entropía se nota mucho, y en el jardín y en el huerto mucho más. El desorden se impone, y, a duras penas, conseguimos poner un poco de orden ¡la mierda amenaza con comernos!

Tampoco hay que ser un fanático del orden ni de la limpieza. Creo que alguna vez he comentado aquí lo que decía mi amigo Pove  que había oído a una marquesa cordobesa que él conocía, que viene a ser una especie de Tanizaki nacional: 

La gente cree que lo elegante es que las cosas estén limpias y relucientes. Cuando lo elegante es que las cosas estén "a media mierda".

Es más fácil contener la entropía en un sitio estático, con poco uso y pocos cambios. Pero si el sitio es dinámico la entropía está en su salsa y contenerla o reducirla a la paradigmática "media mierda" requiere un esfuerzo titánico. 

Lo que ya es maravilloso es conseguir que en una transformación  "se gane algo a efectos prácticos". Y en ese sentido hacemos algunos progresos. El más reciente de todos es lo que impropiamente llamamos por analogía "la yogurtera". Se trata de una compostera.

El compost es un producto muy ecologero que, como es sabido, se logra fermentando o pudriendo o descomponiendo en elementos más simples los residuos vegetales.

La fermentación o putrefacción la producen diversos factores, de los que son las bacterias los más importantes. También es conocido que hay dos modos de pudrir o fermentar: aeróbica y anaeróbicamente. En el primer procedimiento las bacterias necesitan oxígeno, y la compostera tiene que estar ventilada. También cooperan organismos macroscópicos, como las lombrices. En el segundo no interviene el oxígeno y las bacterias, sobre todo arqueas, trabajan a resguardo de ese gas venenoso para ellas. 

Este procedimiento me gusta más porque remeda la vida primigenia de la Tierra, cuando aún no se había inventado la clorofila, pero lo malo es que uno de los productos de esa transformación es el metano, o gas de los pantanos ¡que apesta! y claro, como la yogurtera está pegada a la tapia de mi vecino, pues prefiero no tener conflictos que pueda evitar. Por lo que favorezco la aeróbica. Aunque la otra también se produce en el interior de la masa sometida a fermentación.

La propia "yogurtera" ha sido un triunfo del orden sobre la entropía. Porque inicialmente era una "caja fuencarralera". Es decir una versión fuencarralera de la "caja china".






La "caja china" es un invento norteamericano inspirado en el procedimiento que empleaban para hacer sus asados los chinos que fueron a ese país a trabajar en la construcción del ferrocarril, que enterraban lo que iban a asar y encima encendían una fogata. En la caja china en vez de enterrar la pieza de carne la meten en una caja metálica y encima encienden fuego. Yo solo he visto fotos y vídeos pero me parece una kk.

Mi amigo Pedro está obsesionado con la "caja china" y me enredó para que construyéramos una. Bueno, una versión aproximada, con piezas cochambrosas de estanterías metálicas que compramos en una chatarrería, que me estuvo ocupando el taller durante meses.

La usamos por fin pero a diferencia de la auténtica china el fuego se pone dentro, cerca de la carne ¡y resultó un éxito clamoroso! Pero claro hasta que la volviéramos a usar ¡pasarían años! Y estorba como torpe armario de herramientas del jardín.

Hasta que se me ocurrió convertirla en compostera ¡qué gran idea! Y le hice las transformaciones que se aprecian en las fotos. Por arriba se le echan los yerbajos y hojarasca molida con la segadora de césped, mezclada con mantillo y regadas. Y pasado un tiempo se saca el compost por debajo.

Con lo que quito de en medio todos los restos de podas y limpiezas y obtengo una sustancia para mezclar con la pésima tierra de Fuencarral formando suelo agrícola, aunque de dudosa calidad.

Lo mejor de todo es que esa sustancia carbónica la pillan los vegetales del aire. Me decía mi madre que la gente muy frugal se alimenta del aire como los camaleones. Los camaleones no, pero las plantas sí.

Son estas unas actividades muy peregrinas ¡pero a la vez muy gratificantes!








sábado, 8 de junio de 2013

Encarrilados.


TUTORES.

El tema de los tutores discurre por los mismos carriles que el de los epígonos.

Uno es uno mismo, con su libertad. Pero esta resulta a veces demasiado pesada y se recurre a cirineos. Es decir, a tutores. Y estos, so pretexto de ayudar, se emplean con el asta de la cruz como caña de un timón, dirigiéndole a uno por donde ellos quieren, que suele ser lo más conveniente a ellos mismos, no para el asistido.

Un mediador de un seguro, por ejemplo, tendría que buscar la póliza más conveniente para el cliente. Pues no, busca la más conveniente para él mismo. Hace unos días me llaman de un banco para decirme: ¡soy su agente! Pues no. Es agente del banco. Yo, en todo caso, soy la víctima propiciatoria.

Discutía yo con mi amiga Maribel porque ella ponderaba el valor de los guías de los museos y yo lo negaba rotundamente. Las obras de arte están allí para que las veas y te gusten, las admires, te emocionen o lo que sea ¡pero nadie tiene radiarte el partido que estás viendo! Yo prácticamente nunca voy al fútbol, y un día que fui me sorprendió que algunos estaban con la radio escuchando el partido que estaban viendo. Que radien en la radio un partido cuando se está en casa ¡vale! Pero en el propio campo donde discurre el partido no hace falta, ni en la tele tampoco. Y el comentarista ¡aún menos! 

¿Por qué ocurren tales cosas? Porque uno no está preparado... ¡pues a prepararse! Con tiempo, no en el momento. Es deprimente ver las piaras de turistas siguiendo al guía con su banderita o su paraguas alzado para que no se descarríe el ganado. Los viajes hay que prepararlos con tiempo, saber cuáles son las líneas generales de lo que se quiere ver. Y lo que se encuentra uno siempre es mejor que lo que se imaginaba. Si no, se queda uno en casita que es más cómodo y más barato. Si oye uno lo que declaman los guías se le caen los palos del sombrajo.

Desde luego todos los guías, tutores turísticos, no son malos. En Grecia tuvimos una que era excelente. Pero, ya digo, si uno se prepara debidamente puede prescindir de los guías y de otros tutores, y de los prologuistas, glosadores y biógrafos. Se encara uno al fenómeno que se quiera conocer guiándose uno por sí mismo ¡que es lo mejor! Por ejemplo, ante un plato de gambas o de cigalas fresquitas y maravillosas es una tontería seguir las prédicas de un guía que nos instruya acerca de que se trata de artrópodos marinos dotados de cefalotorax y abdomen, con patas y antenas, respiración branquial, que tienen tras ser cocinados un sabor característico...¡no hacen falta ni el guía ni sus instrucciones! Lo que hace falta es comerse uno el marisco en cuestión y dejarse de más rollos.

Tutores reconocidos son los críticos de cine, de literatura, de arte, de gastronomía, etc. y uno se deja guiar por ellos. Lo cual es peligroso ya que no siempre dicen lo que ocurre, sino que ocurre lo que ellos dicen. Y claro ¡aciertan siempre! Y la gente les sigue como corderitos sin apercibirse del timo.

No digo que todos los tutores sean unos farsantes ni niego que haya casos en los que sea conveniente la ayuda de un tutor ¡pero ojo! Que siempre existe el peligro de que un tutor sea un traidor.

Y en cualquier caso siempre será mejor guiarse uno por sus propios criterios.

domingo, 2 de junio de 2013

Sanguijuelas.



EPÍGONOS.

Epígonos somos todos, porque nos conducimos por lo que hemos aprendido de otros o por lo que ellos nos han inducido a pensar o a creer. Pero, claro, es cuestión de grados.

Los epígonos son respecto a los genios, además de devotos seguidores, sus apologetas y, lo que es peor,  sus hermeneutas. 

Porque aunque se pueda no se suele recurrir a los genios directamente, sino a través de intérpretes, con lo que se recibe no la doctrina original sino las interpretaciones de sus intérpretes. Y estos, que no son más que intermediarios, hacen, consciente o inconscientemente, una transmisión interesada.

Una vez me pareció que me vendría bien no se qué cosa de Kant, y le pregunté a un amigo profesor de filosofía que qué libro consultar de un autor que explicara a Kant. Me indicó uno pero no me enteraba gran cosa y recurrí a otro autor que tampoco me satisfizo. Desesperado recurrí por fin al propio Kant, que encontré de una claridad meridiana. Desde entonces no me ando con chiquitas, acudo a la fuente ¡y listo!

No me gustan  los prólogos porque aunque cuenten todo lo relativo a la doctrina del autor prologado lo hacen mal. Inventan estereotipos y hacen resúmenes. Cuando es imposible resumir nada. Porque un resumen es algo totalmente distinto de la cosa resumida, es un sucedáneo.

Esto viene a colación porque acabo de terminar de leer la parte correspondiente a Montaigne de la 2ª parte de la "Contrahistoria de la filosofía" de Michel Onfray que me regaló mi amigo Waldo que está trincado con la doctrina de Montaigne. Yo le dije que si le gusta Montaigne que lo lea directamente y se deje de rodeos.

Como tengo la mayor parte de la colección de "Historia del pensamiento" de la editorial Orbis busqué a Montaigne ¡y allí estaban los tres tomos de sus Ensayos! Y me leí el primero.

Un día caminando por la Castellana me encontré con mi amigo Gabriel que paseaba a su perrita. Curioseó el libro que llevaba que era precisamente el susodicho tomo, y exclamó ¡qué elevado! Yo no lo encuentro elevado, lo encuentro ameno, incluso divertido.

Después me leí el libro de Onfray ¡Allí pone de todo! Que si no escribía, sino que dictaba, eso ya me lo había dicho mi amigo Javier que está muy enterado porque está casado con francesa. Que si la tenía pequeña. Que si su mujer le ponía los cuernos con su hermano. Que si al final, como no se le levantaba, que se dedicaba al magreo nocturno con las prostiputas ¡yo qué sé! Y divulgaba y divulgaba sobre la obra en cuestión, que si epicúreo, que si cristiano, aunque para el caso como si fuera ateo ¡un enredo!

Ese Onfray, epígono de Montaigne, desvela que el propio Montaigne era epígono de La Boetie, y que tuvo como "epígona" a Marie Gourmay.

Y es que muchos epígonos son chicas, además de lo dicho ocurrió con Nietzsche, con Borges, y en nuestros lares con Cela y con Alberti.

Este es un tema que tiene mucho jugo y que convendría ampliar en otro momento.